Después de años de lucha, los organismos de derechos humanos, las víctimas y sus familiares lograron levantar un museo de la memoria en el viejo campo de torturas y exterminio. Queda en el centro de Asunción
El acto que formalizó el martes la conversión del centro represivo en un museo de la memoria.
Una de las tantas sedes del Plan Cóndor, la coordinación represiva que pergeñaron las dictaduras del Cono Sur, se convirtió en museo de la memoria. La “Jefatura de Investigaciones” de Paraguay fue un lugar donde la única certeza de la que gozaron los prisioneros que pasaron por allí fue la convivencia con las peores torturas y la muerte. Después de un largo batallar, los organismos de derechos humanos lograron que se convirtiera en un sitio de memoria.
El horror estaba en pleno centro de Asunción. Allí se asentaba la policía política del dictador Alfredo Stroessner, que gobernó entre 1954 y 1989. El campo de concentración estaba a unas cuadras del Parlamento, del Arzobispado, del Correo y hasta de la misma Catedral. Pero cuentan que los gritos de los torturados no lograban traspasar los muros. “Fue un lugar oscuro donde los torturadores del dictador cometieron sus peores crímenes en pleno centro de Asunción”, remarcó un familiar de uno de los asesinados en ese campo durante el acto que en la noche del martes formalizó la conversión del centro represivo en un museo.
Quienes permanecieron secuestrados en ese lugar recuerdan que la única constante era la tortura. Los represores que estaban a la orden del temido Pastor Milcíades Coronel trataban de silenciar los gritos con la música a todo volumen. Martín Almada, Premio Nobel Alternativo, lo vivió en carne propia. En la noche del 26 de noviembre de 1974, una patota de represores paraguayos lo secuestró y lo llevó al Departamento de Investigaciones. Allí lo interrogó el mismo Coronel y durante días debió soportar terribles sesiones de tormentos. La acusación que pesaba sobre el abogado que acaba de llegar de Buenos Aires era la de ser un “terrorista intelectual”.
“El Departamento de Investigaciones fue el nido de la Operación Cóndor en Paraguay”, explicó a Página/12 el conocido defensor de los derechos humanos, que fue quien descubrió los archivos del terror, prueba de los crímenes cometidos por las dictaduras sudamericanas. “Allí fuimos torturados por militares de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Uruguay y por los mismos militares paraguayos. Hasta ese momento, no sabíamos que el Cóndor había comenzado su vuelo en tierra guaraní”, agregó Almada. Según explicaron desde la Dirección de Verdad, Justicia y Reparación de Paraguay, el Departamento de Investigaciones fue el órgano planificador y ejecutor de la represión del régimen de Stroessner, con jurisdicción en todo el territorio paraguayo, pero incluso llegaba a extender sus garras más allá de las fronteras.
Después de años de lucha, los organismos de derechos humanos, las víctimas y sus familiares lograron levantar un museo de la memoria en el viejo campo de torturas y exterminio. “Constituye un logro”, reconoció Almada. “Fue un proceso largo, que se inició en 2007, cuando pedimos al Congreso que declarara que ese lugar estaba apropiado por el Estado”, recordó. Y también explicó que la demora se debió a que el Parlamento está controlado por la oposición al presidente progresista Fernando Lugo. “En el Congreso, la mayoría la tiene la derecha y no les interesa nuestra memoria”, destacó.
Pese a todo, ganaron esa batalla. Y así lo celebraron antenoche con poemas y música para recordar a las víctimas. Durante la inauguración participaron el ministro del Interior, Rafael Filizzola, y la primera dama, Mercedes Lugo, hermana del presidente. A partir de ahora, el público podrá pasar por la oficina y el cuartel general de Coronel, el jefe de Investigaciones que falleció en prisión en septiembre de 2000 tras once años de cárcel, mientras cumplía una condena de 25 años por delitos de lesa humanidad. Quienes crearon el espacio procuraron conservar los calabozos, los cuartos de torturas y las escaleras tal como estaban durante los años de plomo.
Informe: Luciana Bertoia.
Fuente: Pagina 12, jueves
El horror estaba en pleno centro de Asunción. Allí se asentaba la policía política del dictador Alfredo Stroessner, que gobernó entre 1954 y 1989. El campo de concentración estaba a unas cuadras del Parlamento, del Arzobispado, del Correo y hasta de la misma Catedral. Pero cuentan que los gritos de los torturados no lograban traspasar los muros. “Fue un lugar oscuro donde los torturadores del dictador cometieron sus peores crímenes en pleno centro de Asunción”, remarcó un familiar de uno de los asesinados en ese campo durante el acto que en la noche del martes formalizó la conversión del centro represivo en un museo.
Quienes permanecieron secuestrados en ese lugar recuerdan que la única constante era la tortura. Los represores que estaban a la orden del temido Pastor Milcíades Coronel trataban de silenciar los gritos con la música a todo volumen. Martín Almada, Premio Nobel Alternativo, lo vivió en carne propia. En la noche del 26 de noviembre de 1974, una patota de represores paraguayos lo secuestró y lo llevó al Departamento de Investigaciones. Allí lo interrogó el mismo Coronel y durante días debió soportar terribles sesiones de tormentos. La acusación que pesaba sobre el abogado que acaba de llegar de Buenos Aires era la de ser un “terrorista intelectual”.
“El Departamento de Investigaciones fue el nido de la Operación Cóndor en Paraguay”, explicó a Página/12 el conocido defensor de los derechos humanos, que fue quien descubrió los archivos del terror, prueba de los crímenes cometidos por las dictaduras sudamericanas. “Allí fuimos torturados por militares de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Uruguay y por los mismos militares paraguayos. Hasta ese momento, no sabíamos que el Cóndor había comenzado su vuelo en tierra guaraní”, agregó Almada. Según explicaron desde la Dirección de Verdad, Justicia y Reparación de Paraguay, el Departamento de Investigaciones fue el órgano planificador y ejecutor de la represión del régimen de Stroessner, con jurisdicción en todo el territorio paraguayo, pero incluso llegaba a extender sus garras más allá de las fronteras.
Después de años de lucha, los organismos de derechos humanos, las víctimas y sus familiares lograron levantar un museo de la memoria en el viejo campo de torturas y exterminio. “Constituye un logro”, reconoció Almada. “Fue un proceso largo, que se inició en 2007, cuando pedimos al Congreso que declarara que ese lugar estaba apropiado por el Estado”, recordó. Y también explicó que la demora se debió a que el Parlamento está controlado por la oposición al presidente progresista Fernando Lugo. “En el Congreso, la mayoría la tiene la derecha y no les interesa nuestra memoria”, destacó.
Pese a todo, ganaron esa batalla. Y así lo celebraron antenoche con poemas y música para recordar a las víctimas. Durante la inauguración participaron el ministro del Interior, Rafael Filizzola, y la primera dama, Mercedes Lugo, hermana del presidente. A partir de ahora, el público podrá pasar por la oficina y el cuartel general de Coronel, el jefe de Investigaciones que falleció en prisión en septiembre de 2000 tras once años de cárcel, mientras cumplía una condena de 25 años por delitos de lesa humanidad. Quienes crearon el espacio procuraron conservar los calabozos, los cuartos de torturas y las escaleras tal como estaban durante los años de plomo.
Informe: Luciana Bertoia.
Fuente: Pagina 12, jueves
No hay comentarios:
Publicar un comentario