martes, 17 de agosto de 2010

Cuyo le canta a la gesta Sanmartiniana



1. El Plumerillo - Canción (Julio Quintanilla - Hilario Cuadros) Los Trovadores de Cuyo.
2. La Gobernadora - Cueca (F.Blanco - B.Miranda - H.Cuadros) Los Trovadores de Cuyo.
3. La Generala - Triunfo (Julio Quintanilla - Hilario Cuadros) Los Trovadores de Cuyo (disco 78 r.p.m).
4. El clarín del yaguaraz - Canción (Buenaventura Luna) La Tropilla de Huachi Pampa (disco 78 r.p.m).
5. El Sargento de Ayacucho - Cueca (Julio Quintanilla - Hilario Cuadros) Los Trovadores de Cuyo.
6. Fray Luis Beltrán - Vals (Hilario Cuadros - C. de la Fuente) Los Trovadores de Cuyo.
7. El Manzano de Tunuyán - Canción (Hilario Cuadros) Los Trovadores de Cuyo.
8. Bandera de Los Andes - Cueca (Marcos López - Hilario Cuadros) Los Troperos de Pampa de Achala.
9. El Chañaral de las ánimas - Canción (A. Quiroga Allende - Rafael Arancibia Laborda). Los Trovadores de Cuyo.
10. Altar de mi Patria - Vals (Pedro Herrera - Hilario Cuadros) Las Voces del Plumerillo.
11. Mi Patrona y Generala - Cueca (Rafael Arancibia Laborda - Hilario Cuadros) Los Trovadores de Cuyo.
12. El clarín de los titanes - Canción cuyana (Hilario Cuadros - Evaristo Frattantoni) Los Trovadores de Cuyo.
13. Bandera de mi Nación - Cueca (Julio C. Navarro - Rubén Moreyra) Los Cantores de Quilla Huasi.
14. Capitán de Los Andes - Gato (Alberto Castelar - Manuel Laino) Los Trovadores de Cuyo.
15. Los Sesenta Granaderos - Cueca (Félix Pérez Cardozo - Hilario Cuadros) Los Trovadores de Cuyo.
16. Mi madre de Corrientes - Vals (Julio Quintanilla - Hilario Cuadros) Los Trovadores de Cuyo.
17. Cerro de la Gloria - Cueca (Cirilo Allende - Ercilio C. Escudero Riquelme) Los Arrieros Puntanos.
18. El negro de San Martín - Canción (Juan Fulginiti - Agustín Magaldi) Los Trovadores de Cuyo.
19. San Martín - Cueca (Hilario Cuadros - Félix Pérez Cardozo) Los Trovadores de Cuyo.
20. El Héroe de Chancay - Marcha (R. Moyano) Cantares de La Cañadita.


Para bajar los mp3 http://www.zshare.net/download/79351949400cc1fd/


Tomado del blog http://elantigal.blogspot.com

San Martín y la entrevista de Guayaquil, por Felipe Pigna

El 17 de agosto de 1850 moría en Francia José de San Martín. Tras pelear en España contra las tropas napoleónicas, regresó a su patria en 1812. Tuvo su primera victoria a favor de la causa de la independencia de América en el combate de San Lorenzo, al frente de los Granaderos a Caballo. Más tarde, como parte de su estrategia de liberar Chile y Perú del dominio español, asumió la gobernación de Cuyo y organizó el Ejército de los Andes. Tras cruzar la cordillera, obtuvo las victorias de Chacabuco, en 1817, y de Maipú, en 1818, que aseguraron la independencia de Chile. En julio de 1821 entró en Lima, Perú, y el 28 de ese mes declaraba la independencia de ese país. Entre los días 26 y 27 de julio de 1822 tuvo lugar la famosa entrevista de Guayaquil, en Ecuador, entre los generales José de San Martín y Simón Bolívar. Para recordarlo reproducimos el relato sobre aquel encuentro evocado por el general Jerónimo Espejo, quien formó parte del Ejército de los Andes y participó en batallas como Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú.

FuenteSan Martín visto por sus contemporáneos, José Luis Busaniche, Instituto Nacional Sanmartiniano, Buenos Aires, 1995.

Voy a hacer referencia para que nuestros compatriotas conozcan este hecho hasta en sus minuciosidades. Mas, no obstante conservarlas frescas en la memoria, cual sucede por lo general con toda ocurrencia que hondamente impresionan en la juventud, algunos años después escribí al coronel don Rufino Guido pidiéndole datos sobre el particular, como testigo presencial que había sido en esa ruidosa escena y tuvo la amabilidad de responderme con lo que sigue, cuya descripción autógrafa conservo original entre mis papeles. Ella refiere: "Que tan luego como el general San Martín llegase a Puná y se le instruyera de la situación, le ordenó embarcarse en un bote con doce remeros, encargándole fuese a felicitar al Libertador por su feliz arribo y anunciarle que al siguiente día tendría el gusto de hacerle una visita. A vela y remo navegó toda esa noche llegando a Guayaquil como al mediodía, y en acto de desembarcar se encaminó a la morada de Bolívar a cumplir su comisión".

Presentado a éste, fue recibido del modo más cumplido y caballeresco; y así que le expresó la enhorabuena que le dirigía el general San Martín por su intermedio, contestó: "Que estimaba mucho la atención y el anuncio de la visita, que podría haber excusado, pues que él ansiaba por verlo; que inmediatamente iba a mandar dos ayudantes que le encontrasen en su camino a darle la bienvenida en su nombre y que le acompañaran hasta el puerto. En seguida ordenó se le sirviera un buen almuerzo. Le hizo muchas preguntas sobre distintas cosas y, terminado el desayuno, se despidió para regresar con la respuesta, esparciéndose por la ciudad como la luz del relámpago la noticia de la llegada del general San Martín.

"A su regreso a la Macedonia, encontróla cerca de Guayaquil, y cuando subió a bordo, ya vio allí los dos edecanes que le indicara el Libertador, dando cuenta al general de su comisión e instruyéndole de cuanto había ocurrido y observado".

"Poco rato después, fondeó la goleta en el puerto, y algunos momentos más tarde llegaron otros dos edecanes de Bolívar a saludar de nuevo a San Martín, y a anunciarle en su nombre que deseaba verle cuanto antes. Como desde la mañana todos estaban listos para desembarcar, lo verificaron por el muelle que hay frente a la casa del señor Luzárraga en que debía hospedarse. El general bajó a tierra con toda su comitiva, y desde el muelle hasta aquélla se hallaba formado un batallón de infantería en orden de parada, el que hizo los honores correspondientes a su alto rango".

"Bolívar, de gran uniforme y acompañado de su estado mayor, lo espraba en el vstíbulo de la misma y al acercarse San Martín, se adelantó unos pasos y, alargando la diestra, dijo: 'Al fin se cumplieron mis deseos de conocer y estrechar la mano del renombrado general San Martín'. Este contestóle congratulándose también de encontrar al Libertador de Colombia, agradeciendo tan cordial demostración, pero sin admitir los encomios. Juntos subieron la escalera, siguiéndole ambas comitivas, hasta el gran salón de la casa en que tomaron asinto. En seguida se retiró el batallón que había hecho los honores, dejando a la puerta una guardia de honor mandada por un oficial."

"Bolívar presentó a los generales que le acompañaban, principiando por Sucre, y a pocos momentos, empezaron a entrar las corporaciones de la ciudad a felicitar a su nuevo huésped. Luego apareció un grupo considerable de señoras con igual objeto, dirigiéndole una alocución la matrona que las encabezaba. San Martín contestó con aquella cortesana galantería con que acostumbraba tratar al bello sexo, y pasado un momento de silencio, adelantándose una joven como de diez y siete años, dirigió a éste, (que al lado del Libertador se mantenía en medio de la sala) un discurso lleno de encomios patrióticos, y al concluir colocó sobre sus sienes una corona esmaltada de laurel. Sonrojado por su natural modestia con aquella demostración inesperada, quitándosela con aire de simpática amabilidad, expresó a la señirita que estaba persuadido que él no merecía semejante muestra de distinción; pues había otros cuyo mérito era más digno de ella; pero que tampoco pensaba deshacerse de un presente de tanto mérito, ya por las manos de quien venía, como por el patriótico sentimiento que lo había inspirado, y que se proponía conservarlo como uno de sus más felices días. Terminada aquellla escena, se retiraron las corporaciones, la reunión de señoras y el cuerpo militar, qeudando el Libertador con sólo dos edecanes. Los coroneles Guido y Soyer invitaron a éstos a pasar a otra habitación a efecto de dejar solos a los dos grandes personajes que tanto habían ansiado verse reunidos."

"Ellos cerraron las puertas por dentro y los edecanes estaban a la mira de que nada les interrumpiera; así permanecieron por hora y media, siendo este el primer acto de la entrevista, que según la expresión de ambos, había sido por tanto tiempo deseada."

Callan los apunto que voy reproduciendo, acerca de los tópicos de que se ocuparon en esta vez, ni si el general San Martín, en la condición reservada que le era característica, en ese día o siguientes, se le escapara el más leve indicio sobre la materia.

"Que terminada dicha conferencia abrieron las puertas del salón y el Libertador salió para retirarse a su morada, seguido de sus dos edecanes, acompañándole San Martín hasta el pie de la escalera, donde le hizo un cumplimiento de despedida".

"Desde la llegada de éste a Guayaquil, se veía una inmensa masa de pueblo agrupada al frente de la casa en que se hospedó, la que aclamaba sin cesar al Libertador del Perú, y después que el general Bolívar se retirase, saliendo a los balcones, saludó la reunión con palabras de benevolencia y gratitud, por las expresiones patrióticas con que se le distinguía. En ese momento se anunciaron otras visitas de vecinos notables de la ciudad, por lo cual tuvo que dejar el balcón para pasar al salón a recibir aquellas nuevas atenciones de conocida simpatía".

"Así que esos señores se retiraron, aprovechando el paréntesis de tan incesante afluencia, salió el general acompañado de sus edecanes a visitar al Libertador Bolívar en su casa. Este cumplimiento duraría media hora, más o menos, después del cual regresó, acercándose la hora de comer, lo que hizo en su morada sin más compañía que sus edecanes y el oficial de la escolta; y por la noche recibió otras visitas y entre ellas algunas de señoras.

"Al día siguiente, a la una de la tarde, volvió el general a casa de Bolívar, pero dejando ya arreglado y listo el equipaje y la escolta, con la orden de que se embarcaran en la Macedonia, a las once de la noche, pues en esa misma debía verificarlo él también, al salir del baile a que estaba invitado. Luego que llegó a lo del Libertador, después de los cumplimientos sociales, ambos se encerraron en el salón, encargando que no se les interrumpiera. Así permanecieron cuatro horas aproximadas, siendo este el segundo acto de la entrevista. Serían las cinco de la tarde cuando abrieron la puerta, porque a esa hora empezaban a llegar los generales y otros señores, como hasta el número de cincuenta, a un gran banquete con que el Libertador obsequiaba al general San Martín. En seguida pasó la reunión al comedor que estaba espléndidamente preparado y la mesa cubierta con suntuosidad. El primero ocupó la cabecera colocando al segundo a su derecha. Llegada la ocasión de los brindis, los inició Bolívar; parándose con la copa en la mano e invitando a que lo acompañaran los señores concurrentes, dijo: 'Brindo, señores, por los dos hombres más grandes de la América del Sur, el general San Martín y yo'. Pasado un momento, llenado éste su rol, contestó con la modestia que le era característica: 'Por la pronta terminación de la guerra, por la organización de las nuevas Repúblicas del Continente Americano y por la salud del Libertador'. A éstos siguieron dos o tres brindis de los generales y siendo como las siete de la noche, se levantaron de la mesa.

"Después del banquete, nuestro general regresó a su casa a descansar, volviendo a salir a eso de las nueve para asistir al baile a que había sido invitado por la Municipalidad. Cuando llegara, ya estaba allí el Libertador, con sus generales y el cuerpo de jefes y oficiales".
Para llenar mejor, por mi parte, la descripción de esa fiesta, me permito copiar literalmente la que se hace en los apuntes que me sirven de base.

"Fue muy agradable, -prorrumpe Guido- la impresión que nos hizo la casa del Cabildo por el brillante conjunto del adorno de los salones y aposentos. La iluminación era sobresaliente y profusa, pero, sobre todo, la hermosura de las damas guayaquileñas que realzaba tanto más la elegancia y el esmerado gusto de sus trajes y cuyos encantos y méritos son reconocidos en toda la costa del Pacífico. Este fascinador golpe de vista formaba un incombinable contraste con el grupo de oficiales colombianos, de aspecto poco simpático, de modales algo agrestes y que así cortejaban y bailaban con aquellas preciosas criaturas. El vals era su danza favorita. (...)
"El general San Martín (continúan los apuntes) se conservó puramente como espectador sin tomar parte en el baile, preocupada su cabeza, al parecer, de cosas de otra magnitud, hasta que, a la una de la noche, se acercó a Guido, diciéndole: 'Llame usted al coronel Soyer. Ya no puedo soportar este bullicio'. El general hizo su despedida del Libertador sin que nadie se apercibiera de ella, lo que probablemente así había sido acordado entre ambos para no alterar el buen humor de la concurrencia. Un ayudante del segundo, dirigiólos por una escalera secreta, por donde salieron a la calle, acompañándolos hasta el muelle en el que los esperaba un bote de la Macedonia. San Martín se despidió del edecán, se embarcó, y en cuanto montó a bordo, la goleta levó sus anclas y se hizo a la vela. Al otro día llegó a Puná y sólo se detuvo el tiempo necesario para que se trasbordaran los generales que habían ido en la comitiva, y sin más, continuó su navegación al Callao.

"Al día siguiente de nuestra partida, se levantó el general, al parecer, muy preocupado y pensativo, y paseándose sobre cubierta, después del almuerzo, dijo a sus edecanes: 'Pero, ¿han visto cómo el general Bolívar nos ha ganado de mano? Mas espero que Guayaquil no será agregado a Colombia, porque la mayoría del pueblo rechaza la idea. Sobre todo, ha de ser cuestión que ventilaremos después que hayamos concluido con los chapetones que aun quedan en la Sierra. Ustedes han presenciado las aclamaciones y vivas tan espontáneos como entusiastas que la masa del pueblo ha dirigido al Perú y nuestro ejército'. En efecto (agregan los apuntes que voy extractando) esos fueron los sentimientos que los guayaquileños expresaban incesantemente a San Martín en los días de su permanencia en la ciudad y el tema general que los más notables de ellos tomaban para sus conversaciones con aquél y con los edecanes. Pero apenas llegó al Callao y fue general de marina del estado de Lima y de la deposición y extrañamiento del ministro Monteagudo, la escena cambió, y el general, concentrado y taciturno, desembarcó en el acto y pasó a su casa de campo de la Magdalena. Desde ese momento se persuadió San Martín que la anarquía asomaba en el Perú y que las aspiraciones se desencadenarían sin respetar nada. En seguida asumió el mando supremo, y todas las medidas que dictó fueron tendientes a reunir el congreso constituyente, alejarse de los negocios públicos y dejar el país entregado a su propio destino".

lunes, 9 de agosto de 2010

Carta de Lidia Papaleo (La verdad de Papel Prensa)

Derechos Humanos y Memoria
Señor Secretario de Comercio Interior / Señor Licenciado Mario G. Moreno
S/D

De mi mayor consideración:

Tengo el agrado de dirigirme a Usted, a los efectos de cursarle la presente nota, a los fines de que la misma sea considerada como un aporte a la investigación que está llevando adelante. El presente relato comienza con la muerte de mi marido David Graiver, momento en el que vivíamos junto con mi hija menor de edad María Sol, en México. A partir de allí comencé a sufrir terribles presiones vinculadas a nuestros bienes, entre los que se encontraba Papel Prensa SA.

Debo destacar algo muy importante sucedido en la vida de mi esposo. En una reunión social en México, en la hacienda del Señor Gabriel Alarcón (uno de los más importantes hombres de negocios de dicho país), en presencia de la firmante y de su propia familia aconseja lo siguiente en forma textual: “David, vendé Papel Prensa porque te costará tu vida.” La firmante quedó sumamente sorprendida y preocupada. De ello se desprende que este fue el primer aviso que tuve acerca de la problemática de tal empresa. A partir de la muerte de David comencé a sufrir presiones, lo que me llevó al convencimiento de que se acercaban momentos muy duros, pero no de la magnitud de los que después vivimos

Posteriormente, en viajes a Nueva York, donde había residido largo tiempo, amigos estadounidenses me aconsejaban que no retornara a Buenos Aires. Para ellos, no estaban dadas las condiciones ni tenía garantías de que las autoridades iban a ver con buenos ojos que el grupo económico se reordenara.

En ese momento, mi hija tenía 22 meses de edad, mi hermano Osvaldo, uno de mis posibles apoyos, se encontraba detenido en la cárcel de Caseros, a disposición del Poder Ejecutivo, y todo el grupo familiar estaba desquiciado por las presiones por parte de la Junta Militar.
Ante ese panorama, y porque no tenía nada que ocultar, retorné a la Argentina el 16 de septiembre de 1976, convencida que esta es mi tierra, el país de mi hija y que actuando con calma y asesoramiento podía superar el mal trance. Nada más lejos de la realidad. Apenas instalada en las oficinas centrales de las empresas, advertí que los reclamos eran diversos, realizados en medio de un clima de crisis económica de las empresas y al no haber participado de la actividad empresaria de David, no tenía suficiente conocimiento ni capacidad comercial para manejar tantos frentes de tormenta.

Inmersa en los acontecimientos descriptos, es cuando los diarios Clarín, La Nación y La Razón comienzan a ejecutar un plan destinado a apoderarse de las acciones de Papel Prensa SA, de las cuales mi esposo David era dueño en un porcentaje importante que le permitía tener el control societario de la empresa. Además, este operativo involucraba, antes que nada, la intención de la Junta Militar de apadrinar ese despojo y no trepidaron en utilizar todos los elementos de extorsión, intimidación y amenazas a su alcance para lograr el objetivo.

Recuerdo que me contactó un intermediario, Guillermo Gainza Paz, que no era el dueño del diario La Prensa, quien me transmite la intención de compra de terceros, del paquete accionario de Papel Prensa SA. Posteriormente, el Sr. Francisco Manrique, que había sido ministro de Acción Social de la Nación y con el cual David trabajó como Secretario General, convocó a mi cuñado Isidoro Graiver para decirle que sus amigos de las Fuerzas Armadas, me recomendaban realizar esa venta, porque el grupo Graiver era mal visto por las autoridades y que estaba siendo investigado. En circunstancias en que concurrí a darle el pésame, por la muerte de su esposa, me reiteró dicha sugerencia.

En ese contexto, me entrevisté con el ex presidente Lanusse para pedirle consejo por la situación en la que me encontraba, y me expresó que me veía mal posicionada y que solicitara una audiencia con el Tte. Gral. Videla para interiorizarlo del tema Papel Prensa SA. Aunque gestioné el pedido de audiencia por la mesa de entradas de la Casa de Gobierno, nunca obtuve respuesta. Mientras tanto, continuaban las amenazas anónimas en las que me decían que, si no vendía, mi hija María Sol corría peligro de muerte y se agregaban otros operadores que me presionaban para concretar las ventas.

El Sr. Martínez Segovia, que era presidente de Papel Prensa SA, me citó en esos días, a un almuerzo en un hotel céntrico, para comunicarme que venía en representación del ministro de Economía Martínez de Hoz y que debía decidirme a firmar la cesión de las acciones de Papel Prensa SA. Tal decisión era impuesta desde el Ministerio de Economía del Proceso, quienes habían hecho saber que las acciones debían cederse a empresarios argentinos que no pertenecieran a la colectividad judía. Dado los hechos que se vivían en el país, tomé conciencia que las amenazas de muerte, tanto para mi hija como para mí, eran auténticas. En ese estado de terror fui citada para el día 2 de noviembre de 1976, por la noche, a una reunión en las oficinas de La Nación, conjuntamente con los integrantes de la familia Graiver.

Encontrándonos en un amplio salón de reuniones, nos distribuyeron separadamente, de modo tal que los padres de David por un lado, Isidoro con Campos Carlés (quien invocaba ser apoderado de La Nación) por otro. Yo con Magnetto de Clarín, en otro aparte, donde coloquialmente me aseguró: “firme o le costará la vida de su hija y la suya.” No había chances.

También sabía que habían presionado al Sr. Rafael Ianover, vicepresidente de Papel Prensa SA, un hombre leal con la familia, que era depositario de acciones, como testaferro. En la mencionada reunión en La Nación se suscribe un boleto de venta sobre el cual jamás pude opinar, no sobre el precio ni sobre los términos del mismo ni sobre la forma de pago, como tampoco ningún abogado de mi parte pudo verlo antes. Lo tuve que firmar sin siquiera haberlo leído.

Posteriormente, el asesor de menores en la sucesión de David, no autorizó la venta por considerar bajo el precio y el juez ordenó que se hiciera una tasación por el BANCO NACIONAL DE DESARROLLO, quien confirmó que el precio era por demás exiguo. La forma de pago no permitía ni siquiera pensar que se trató de una operación habitual en el comercio, solo pagaron U$S 7000 –como primera entrega sobre un precio total de U$S 1.000.000–, destaco que ni siquiera era el 1%. Era una entrega absoluta, por nada, y sin chance de poder negociar. Todo lo que siguió en esta venta fue similar.

Quiero también destacar que era necesario que yo solicitara, como administradora del sucesorio, la autorización en dicho expediente, por tratarse de bienes de mi hija menor de edad y es por ello que siguieron ejerciendo amenazas y presiones, a través de distintos personajes que me forzaban a ratificar ese acuerdo inicial y en el correr del tiempo llegamos al mes de marzo, donde se ingresa en el sucesorio el escrito para lograr la autorización.

También deseo dejar constancia que el Dr. Jorge Rubinstein, que era el segundo de David, en los meses finales de 1976, sufrió un grave y sospechoso accidente, y que el mismo no me pareció casual porque él también estaba amenazado. Lo cual lo apartó por meses de la dirección del grupo, tareas que no pudo cumplir, quedando acéfala la conducción del grupo económico. Luego fue detenido ilegalmente, falleciendo por las torturas en cautiverio, no habiéndose nunca investigado dicha muerte. Deseo aclarar que, cuando se realizó el inventario en el BANADE, ignoraba qué había en el interior de la caja de seguridad, pero tenía total conciencia que debía comunicar al juzgado del sucesorio todos los bienes que pertenecían a mi marido, de acuerdo a lo que le había aconsejado el Dr. Miguel Anchorena, letrado de la sucesión.

Quiero finalizar este relato, afirmando una vez más, que todo lo que ocurrió en Papel Prensa SA, a partir de mi cautiverio (14 de marzo de 1977) que nunca hasta el 20 de mayo de 2010 estuve en el lugar, ni concurrí a ninguna Asamblea. Por otra parte, durante mi desaparición con detención fui objeto de torturas que me provocaron graves quemaduras en mis genitales, abdomen y pechos, y que los golpes recibidos provocaron un tumor cerebral, el cual se me operó en la cárcel.

Todo el horror que fue mi vida después de mi secuestro es indescriptible en la serie de perversiones, vejaciones y tormentos a la que fui sometida, no obstante que deseo concluir con la presente reiterando que prefiero ver los ojos y la cara de mis torturadores, antes que ver los ojos de Magnetto en el momento en que me amenazaba para que firmara.

Sin otro particular, lo saludo atte.

Lidia Elba Papaleo
DNI 4954106

sábado, 7 de agosto de 2010

La Coca en la historia: De elemento cultural y religioso a elemento de dominación

“...La coca es yerba, entre los indios y gente de la infima plebe, tan apreciable, que la hacen de más necesidad que el pan y la carne (…) porque le aplican la virtud de la fortaleza...” comenta un agente del imperio español. Al leerla me pareció una frase actual, pero fue escrita hace más de 220 años. Los imperios confunden pienso, con su mirada materialista, lo cultural y espiritual; pero al describir sus cualidades, no dejan de ver en el, un elemento de dominación y negocio.

“La coca no es droga”, dicen los pueblos originarios, los imperios lo transformaron en droga y un fabuloso negocio que justifica la muerte y destrucción. La coca significaba para ellos “la virtud de la fortaleza” dice el documento, por eso debía prohibirse, para transformarse en sumisión. De estar en la centralidad de la vida cultural y religiosa, paso a estar en la centralidad de la geopolítica, hoy es la cabeza de playa para la dominación de toda américa latina desde Colombia, que casualmente lleva el nombre del conquistador-mercader de los reyes de España.

Mientras tanto nos confunden con los falsos “nuevos demonios”: el terrorismo, los narcotraficantes y los populismos. Pero son ellos los que más consumen la cocaína, que no es coca, que creen que le da fortaleza, pero solo obtienen un enorme vacío, porque la cocaína esta vacía de espiritualidad y es solo un negocio. La coca-pueblo-espiritualidad se enfrentan a cocaina-imperio-materialismo, esta en cada uno de nosotros reflexionar sobre el origen de estos conflictos, porque pasado y presente se construyen, para proyectarnos hacia el futuro.

El documento que citamos a continuación es un informe que fue escrito por el gobernador intendente de la provincia de Santa Cruz de la Sierra:

“La coca es yerba, entre los indios y gente de la infima plebe, tan apreciable, que la hacen de más necesidad que el pan y la carne: sin ella no emprenderán trabajo alguno, porque le aplican la virtud de la fortaleza, en tal grado que raya en superstición, lo que dio motivo a que muchos hombres cuerdos y prudentes fuesen de opinión que no debía permitirse. La ley 1º del título 14, libro 6º se hace cargo de la idolatría, ceremonias y hechicerías, fingen los indios con ella, por ilusión del dominio, y que padecen mucho por ser cálidos y enfermos los parajes donde se cría; no obstante permite su uso, por no quitarles este género de alivio en su trabajo, aunque solo consista en la imaginación, bajo de las precauciones que contiene. La siguiente, del mismo título y libro, afirma, que es a yerba que más enriquece las provincias del reino del Perú, por la mucha plata que por su causa se saca de las minas; y ocurre a remediar los desórdenes que intervienen en su cría, cultura, beneficio, tratamiento y servicio de los indios, con las reglas y prevenciones más sabias y prudentes.”

Tomado de “Descripción geográfica y estadística de la Provincia de Santa Cruz de la Sierra” por D. Francisco de Viedma. (1788)

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