viernes, 26 de noviembre de 2010

La Escuela Pública y la Invisibilización de la Infancia.

Desde hace unos cuarenta años, y con más fuerza en la etapa de implementación de la Ley Federal de Educación, la escuela pública en la Argentina, y particularmente en el conurbano bonaerense, ha sufrido importantes cambios en relación a las características de su alumnado -entre otros cambios- .

Este fenómeno se podría explicar por varias razones; una de ellas habría  sido la transformación política desde el modelo de bienestar, que tuvo su apogeo en el año 1949; hacia el modelo neoliberal, promoviendo, en la lógica impuesta de competitividad e individualismo, la migración de alumnos del sector socioeconómico medio y medio-alto a las escuelas de gestión privada. Cabría agregar que acentuó este cambio, la planificada deserción de la función pedagógica en la escuela pública para cumplir el rol asistencial que el modelo socio-económico demandaba.

En el marco de esta transformación, la docencia pudo asumirse en resistencia, y fue construyendo sus representaciones sobre el fenómeno. Representaciones surgidas en un contexto cultural de época, de evidente pobreza intelectual, de explicaciones mecanicistas y fundamentaciones del orden de la moral burguesa (además de la pobreza material que el modelo destinó a los docentes. Sobre este particular, la CTERA ha investigado y escrito "Crónicas del malestar docente", donde se describen tres estrategias de resistencia docente ante todos los avances de la reforma neoliberal contra la función pedagógica y el trabajo docente)

En este escenario cabe recordar la presencia nostálgica del discurso normalista en el dispositivo escolar, que en muchos casos llegó a ser el único sostén ante la devastación material y simbólica que se vivía en las escuelas.

Ahora bien, ante la necesidad de resistencia de los docentes, en su entorno no sólo se vieron modificadas condiciones materiales, sino también el fuertísimo deterioro de las condiciones simbólicas del alumnado y la comunidad. Esto ha generado un desencuentro cada vez más dramático entre los docentes y sus alumnos. Registrándose representaciones docentes sobre los alumnos y sus familias cada vez más crueles y simplistas. También se ha visto modificada la mirada de las familias y los alumnos sobre la institucionalidad escolar y sus figuras de autoridad; reconociéndose instancias de demandas y situaciones muy agresivas hacia la escuela.

En paralelo, la crisis cultural que impuso el modelo de dominación neoliberal, sumado a la destrucción del empleo y los derechos sociales, y los altísimos niveles de pobreza e indigencia alcanzados, desencadenaron en diciembre de 2001 la crisis que movilizó a varios sectores sociales, entre ellos los docentes. La movilización docente se caracterizó por un alto nivel de participación, tanto en las marchas como en las asambleas en las escuelas, y un considerable nivel de diálogo con los padres de los alumnos. Esta situación ha propiciado en algunos casos la reconstrucción del lazo escuela-comunidad, pero sólo en algunas situaciones pudo mantenerse o profundizarse ante la etapa de recomposición económica en la etapa del gobierno de Kirchner y Fernández.

Esta recomposición consideramos que tuvo efectos adversos en el imaginario docente, que ha servido como escenario para el reflujo del discurso normalista. Si bien la política educativa de la gestión ha promovido la recuperación del rol pedagógico de la escuela, y se han articulado nuevas instancias muy constructivas; subsiste un amplio sector de la docencia que añora el retorno de los años "de gloria" del sistema educativo de la Ley 1420, que garantizaba valorables niveles de formación a una sesgada porción de la población. Que más allá de lo discutible de esta "gloria", lo cierto es que desde esa etapa se ha dado el posterior proceso de fragmentación social, y más cierto, lo imposible de cualquier retorno en la Historia.

Ante la implementación de políticas públicas de recuperación de derechos, entre ellos el derecho educativo, se percibe en la docencia la incapacidad de comprender cuál es el nuevo rol pedagógico que la coyuntura demanda. Creemos que uno de los ejes para generar el pensamiento que pueda responder ante las circunstancias que describimos, es recuperar o fundar nuevas miradas sobre la infancia que asiste a las escuelas en condición de alumnado.

Se hace necesario romper cierta tradición de resistencia docente que ha consistido en cerrar las puertas a la comunidad en la que se hayan, entendiendo como una necesidad de supervivencia el evitar todo conflicto en el espacio escolar. Complementariamente se ha ingeniado la identificación de los alumnos como niños abstractos, a los que se puede educar aislándolos de su entorno cultural, los cuales deben ser tratados como subjetividades ahistóricas que cumplen etapas de desarrollo y se proponen contenidos curriculares generales, para que egresados de la escuela, apliquen conocimientos en cada coyuntura futura.

Por supuesto que esta propuesta (insostenible desde cualquier marco epistemológico) no ha promovido más que fracasos y frustraciones tanto para los alumnos, los padres y los educadores; pero la explicación docente "oficiosa" ha consistido en culpabilizar a los niños y sus padres, y por ende a la cultura popular. Esto ha calmado ansiedades en el corto plazo, pero ha desplazado a los educadores de una verdadera posición pedagógica.

Y aquí encontramos el divorcio de muchos educadores con la pedagogía y más grave aún con sus alumnos. Probablemente aquellos educadores que han decidido la docencia por la vocación educadora hacia los niños, hacia la ternura del cachorro humano, puedan ir recomponiendo el lazo con estas subjetividades con su carga cultural en el marco de la democratización escolar; cuando la pobreza o las carencias no sean el obstáculo, sino un condicionante sobre el cual trabajar; para ir construyendo y desarrollando con los pibes y sus padres las verdaderas herramientas simbólicas que mejoren realidades.

Y aquellos que no puedan recomponer este lazo, tal vez puedan encontrar otros caminos ajenos a las aulas para poder desarrollarse como trabajadores y dar lugar a las nuevas generaciones.

Guillermo Turco Greco
Docente
Grupo Jauretche - CTA - FTNyP

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