Hace unos meses atrás visitaba el monumento en las Barrancas de Obligado, era muy sencilla: una entrada, dos mástiles, varias placas y una escalinata, eran todo el homenaje que se dedicaba a la heroica gesta que terminó con la derrota de las dos potencias militares y comerciales más grandes del Siglo XIX.
El odio de las clases que mandan ocultó el hecho porque no quisieron ofender el “honor” de los imperios derrotados, sin importar las vidas que se entregaron por defender la soberanía nacional. Tampoco quisieron recordar a quien manejaba los destinos del país por aquel entonces: Don Juan Manuel Ortiz de Rosas, aquel que osó defender los ríos interiores y las industrias locales con su ley de aduana. Aquel que además terminó con la obra “civilizatoria” de Bernardino Rivadavia y los unitarios partidarios de la “Patria Chica”.
Grande fue mi sorpresa cuando ayer encontramos un museo, un trabajo de relevamiento histórico, un circuito que recuerda el lugar donde transcurrieron los hechos y un monumento que hace verdadero homenaje a todos los que defendieron la Confederación Argentina.
Desde temprano, miles de militantes y vecinos de las Barrancas de Obligado en San Pedro peregrinaron hasta el lugar para congregarse en las orillas del río y el nuevo monumento histórico que se encontraba oculto bajo una enorme bandera nacional. En el río varias naves de la Armada Argentina y privadas surcaban el río, en el mismo lugar donde otras naves encadenadas hace más de 160 años detuvieron a la orgullosa flota imperial. Caía la noche sin nubes, con una enorme luna de testigo, sobre una muchedumbre ansiosa por escuchar a la Presidenta.
La llegada del helicóptero desato aplausos y la atención de todos los asistentes. Las presentaciones de rigor y habla Cristina. Su discurso estuvo lleno de historia y reivindicación, no faltaron la mención a los héroes y las bravas mujeres que lucharon en las baterías, como tampoco a su jefe Don Juan Manuel. Se recordó también a aquellos que hicieron de “caballo de Troya” y que acompañaron a los invasores imperialistas. Tampoco falto el recuerdo de Néstor Kirchner, el líder que integra el trío celestial y el grito de amor de los concurrentes. Su discurso no tuvo vergüenzas, los agresores eran imperialistas y sus defensores quienes hicieron honor a la soberanía nacional.
Luego el descubrimiento del monumento: un conjunto de cadenas, similares a las cadenas que impidieron el paso del invasor y sostuvieron la dignidad nacional. Desde el río, una sorpresiva batería de juegos artificiales, hizo inolvidable la jornada, fue un final a toda orquesta, donde el color, la alegría y el orgullo nacional se fundieron para sellar una noche con recuerdo de soberanía nacional.
Jorge P. Colmán
FTNyP Malvinas Argentinas
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