martes, 16 de noviembre de 2010

Porque los docentes envían a sus hijos a la escuela privada

A partir de la mención que los docentes del sistema educativo público
deberíamos hacernos cargo de la contradicción incurrida, cuando
enviamos a nuestros hijos a escuelas privadas, o la de los padres de
las barriadas que al tener un ingreso regular, pasan a sus hijos al
colegio privado o parroquial, abandonando la escuela pública.
Es cierto que el asunto tiene una evidente contradicción, si
recortamos esta realidad como una foto, como una situación estática. Y
es preocupante para quienes entendemos la defensa de la Escuela
Pública, no sólo como la defensa de nuestra fuente de trabajo, sino
que apostamos a una escuela que democratice y garantice justicia
social en la construcción del conocimiento.
Entiendo que esta realidad tiene explicaciones históricas, y que su
superación no sólo se lograría con voluntarismo, ni con inscripciones
obligatorias. Porque es más compleja que la definición presupuestaria
del origen de los recursos materiales y monetarios de las experiencias
educativas.
No pienso que toda escuela del estado, por el sólo hecho de ser del
estado produzca educación pública. Ni tampoco que lo sea porque sus
docentes sean seleccionados por Acto Público, o por que exista un
regimen estatutario específico.
Ahora, cabe preguntarse, ¿qué tiene de pública la educación pública? o
¿qué es lo que tiene que ocurrir para que una escuela brinde educación
pública? o más allá ¿a qué llamamos educación pública? Estos
interrogantes pienso que se complican aún más, si tenemos en cuenta
que desde la "prosa" de la Reforma Neoliberal se ha contemplado la
figura de la "educación pública de gestión privada".
Entiendo que éste es uno de los debates pendientes que deberíamos
darnos quienes nos asumimos defensores de la Escuela Pública.
Más aún quienes militamos por una escuela pública y popular.
Para empezar este debate, más allá de definiciones teóricas, entiendo
como educador popular, que lo primero es comprender cuál es el
razonamiento, la fundamentación de los padres para decidir la
inscripción de los pibes en escuelas privadas.
*Una de las razones que escuchamos cotidianamente es el mito aún
presente del ideario del discurso neoliberal, que "toda instancia
privada es superior a la pública".
*Otra, es una cuestión más práctica relacionada a los índices de
ausentismo docente, que son menores en las escuelas privadas. Esta
razón no es sólo por la necesidad familiar de asegurarse horarios
estables, para articular el tiempo laboral de los adultos, sino,
también la creencia que a mayores horas de clase, mayor calidad
educativa.
*La intención de insertar a los hijos en entornos sociales que no han
renunciado a alguna forma de superación.
*También se reconoce la decisión de los padres porque muchos colegios
privados ofrecen en contraturno Computación e Inglés y también
Catequesis en algunos casos.
Todas estas razones, con algunos matices, son las que motivan también
a muchos docentes a optar por los colegios privados.
Por otro lado, entiendo que deberíamos analizar qué pasa realmente en
una escuela pública que no pasa en la privada y viceversa. Sobre todo
en aquellas escuelas de los barrios, que comparten buena parte del
cuerpo docente. También habría que pensar en dos cosas que a mi
entender son claves: Cuál es el proyecto institucional real de una
institución y cuál es el horizonte de realización que se define para
los pibes. Entiendo que aquí radica una diferenciación muy
interesante, porque en las escuelas públicas se ido deteriorando mucho
la expectativa del potencial de los alumnos en la justificación de la
pobreza que arrasó en la etapa neoliberal. Para decirlo más claro: Los
docentes no creen que sus alumnos puedan, porque son pobres. Y encima
la única convicción de superación que tienen es la individual,
convicción heredada del normalismo estratificador de clases, y no
pueden pensar la educación en terminos de organización popular, a
pesar de su -en la mayoría de los casos- procedencia popular.
Ahora, si bien los alumnos que egresan de los colegios privados del
barrio, salvo excepciones, tampoco logran el ascenso social, es
reconocible que su trayectoria educativa se ve acompañada de
expectativas de superación por parte de sus padres y docentes, que los
fortalecen como alumnos y como personas.
Agregaría que hace falta contemplar la existencia de cierta cultura de
la decadencia que se haya instalada en el cuerpo docente de la escuela
pública, a pesar del cambio de etapa existente desde el 2003. Siendo
cierto que el presupuesto educativo a alcanzado índices máximos
(6,2%), aún no se han modificado muchas condiciones materiales
inaceptables para un modelo educativo progresista y popular. Como
ejemplo, la matrícula por aula sigue siendo elevada, a pesar de la
definición de la Ley de Educación.
Por último, en concordancia con la intención de reconocer esta
problemática en términos coherentes al pensamiento de nuestro pueblo,
entiendo que deberíamos reflexionar en cómo pensar una propuesta
superadora a esta realidad, contemplando, respetando y potenciando la
iniciativa popular de buscar su superación por carriles que a veces
desde los enfoques teóricos sean contradictorios o imposibles. No
podríamos oponernos a la intención de los padres que inscriben a sus
hijos en determinado colegio privado en la convicción de brindarles a
sus hijos lo que creen mejor. No estamos en el escenario soñado,
tenemos que planificar el camino hacia él, y no es cuestión de ponerse
a levantar el dedo acusador ni avanzar vanguardistamente para terminar
en la soledad de los esclarecidos. Mejor que aprendamos pronto a
entender, acompañar y potenciar la iniciativa popular que nos hará
llegar, sin dudas, a la forma más democrática y justa de educación.
Me preocupa más cómo se produce la inclusión de nuestros alumnos en el
sistema productivo para garantizar el derecho a una vida digna y en
función de ello, perfilamos su trayectoria educativa. Entiendo que la
presente etapa es extraordinaria, no debemos cristalizarla, para no
reproducir el escenario injusto. Pero si no hallamos las soluciones
posibles hoy, menos construiremos las ideales.
 
Guillermo T Greco

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