“No pasa nada” (Rey Luis XVI de Francia, en su diario, el mismo día que el pueblo tomaba la Bastilla y desataba la revolución que terminaría barriendo con la monarquía)
Tengo 25 años de edad, me tocó crecer viendo a mi alrededor la corrupción institucionalizada que compraba congresistas para obtener leyes a su antojo y alquilaba medios de comunicación masivos para esparcir como un veneno anti ciudadano los “psico sociales”, campañas de mentiras y calumnias para distraer y manipular, casi siempre a través del miedo, la opinión del pueblo.
Hoy día compruebo que aquel andamiaje anti democrático contra el cual me levanté con 15 años de edad junto a mi pueblo, sigue intacto, perfeccionado y aceitado. Los grandes poderes económicos, egoístas e irresponsables, sus representantes políticos de la derecha en sus diversas versiones y los medios de comunicación masivos nos brindan el triste espectáculo de una ceguera recalcitrante, feroz, insoportable, ante el avance incontenible de un candidato que no ha podido ser comprado por el sistema corrupto (si no, de seguro sería un “héroe democrático”).
En vez de reconocer serenamente que este candidato representa el descontento de amplias mayorías excluidas o explotadas salvajemente por el sistema neoliberal, que ven como una burla la persistente propaganda oficial del “éxito económico” y los escándalos recurrentes de corrupción que enriquecen impunemente a una impresentable clase política tradicional, reviven los viejos métodos de la dictadura fuji montesinista, con guerras sucias y psico sociales, destinados, no a hacerse cargo con argumentos de las demandas de cambios estructurales planteadas por una mayoría de ciudadanos de manera democrática, sino a desatar irracionales temores para liquidar por la vía fácil al candidato que representa esas demandas de cambio.
Ha sido triste ver el espectáculo de de un ex alcalde, ex ministro y actual parlamentario, que ya sin tapujos se aferra a la reelección de una curul con el claro y evidente objetivo de contar con inmunidad parlamentaria para continuar las sustracciones. Pero es aún más triste ahora ver el de conductoras de programas de televisión que abandonando ya cualquier asomo de imparcialidad actúan como si fueran otras candidatas de la derecha en los debates.
Encima de prestarse para rebajar al máximo la ciudadanía, con frivolidades como la del candidato ultraderechista de 73 años de edad que usa como estrategia para robar cámaras dejarse agarrar los testículos, ahora también nos dan el claro mensaje de que la democracia para ellos es el modelo neoliberal excluyente y que toda propuesta de cambio del mismo es “anti democrática”, que no la reconocen, ni la respetan, ni la entienden, ni la quieren entender. ¿Qué la apoya una mayoría de la población? A quién le importa! La democracia no es lo que decidan libremente las mayorías, sino lo que el Perú oficial declara democrático.
La ceguera e irresponsabilidad de esta clase política y mediática es muy, muy grave. Se trata de discursos públicos que hablan abiertamente de que no reconocen la legitimidad de la candidatura que presenta mayor apoyo popular, manifestando que simplemente no es aceptable su triunfo por ser “anti democrático”. Es decir, que desconocen de un plumazo y de muto propio la institucionalidad democrática formal (Jurado nacional de Elecciones, ONPE, Constitución Política, leyes electorales, etc.) que le otorga esa legitimidad.
Es una vieja costumbre del Perú oficial, del Perú de los grandes poderes económicos y amplias exclusiones y negaciones. Matar la democracia para salvar el privilegio.
Sólo nos queda preguntarles, ¿a dónde podremos mirar los jóvenes que queremos creer en la democracia?
Este 10 de abril, vamos esperanzados y decididos por la respuesta.
Lucía Alvites
Candidata de a Diputada del Perú
Lista 34
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