viernes, 7 de enero de 2011

Proceso de integración regional: El 2011 nos encontrará UNIDOS O DOMINADOS

Parafraseando al desafío que el General Perón lanzara hace ya cincuenta años, podemos asegurar hoy, que hemos comenzado a concretar ese sueño de unidad latinoamericana.

Desde cualquier posición política o ideológica que se lo analice, ya nadie duda que el escenario regional forma parte de la agenda pública de gobiernos y pueblos de América Latina. Este el primer dato a resaltar a comienzos del año 2011.

Desde el punto de vista institucional, dos hechos van a incidir fundamentalmente en el desarrollo de este proceso. Uno lo constituye la asunción de Dilma Rousseff en Brasil y el otro, las elecciones presidenciales en la República Argentina. Con sólo recordar que el candidato opositor a la actual presidenta brasileña, planteaba sacar a dicho país del MERCOSUR, imaginemos que podría pasar en el nuestro, ante un triunfo de la oposición a Cristina Kirchner. Es decir, los sectores de poder y los partidos políticos que los representan tienen otra visión totalmente diferente del momento que se está viviendo y del futuro de la región.

Lo remarcable, además, es que hay nuevos actores institucionales, existe una forma distinta de relacionarse entre las naciones y de ellas, con los poderes centrales.

El NO al ALCA, impulsado en la Cumbre de Mar del Plata del año 2005  no sólo marcó un antes y un después con respecto a los Estados Unidos, sino que fue diseñando una nueva ingeniería de integración de la cual, el fortalecimiento del MERCOSUR y,  en especial, la creación de la UNASUR son las consecuencias directas de esa decisión.

Esta metodología impulsada por los países de la región, esta manera de lograr consensos, acuerdos  y de sortear los diferendos, fue determinante a la hora de soportar los efectos de la crisis económica y financiera internacional. Mientras Estados Unidos y Europa sufrieron y sufren todavía las consecuencias de ese estallido; Suramérica, en lo particular, presenta índices concretos de aumento de la  producción y el crecimiento general de sus economías.

La integración no es entonces una palabra hueca, llena de deseos y promesas; comienza a producir hechos, realizaciones concretas, manifiesta acciones que impactan, fuertemente, en la vida de los ciudadanos, de una u otra manera.

Esto también tiene su correlato en la defensa de los procesos populares y democráticos del continente.

La resolución adoptada el 4 de diciembre pasado en la Cumbre Iberoamericana , que en uno de sus puntos estable: “…Suspender al Estado en que se hubiese materializado la ruptura del orden constituido o del Estado de Derecho, del derecho a participar en los distintos órganos e instancias, así como del goce de los derechos y de los beneficios que se derivan de ser miembro de la Conferencia Iberoamericana , hasta que el orden constitucional sea restablecido…”, y avalada por el conjunto de los Jefes de Estado, sitúa al sistema democrático y a los derechos humanos, en el centro de la escena y fija límites ante la repetición de experiencias como las de Honduras o Ecuador.
 
En la UNASUR se produjeron, también, dos situaciones que implican una lectura mas profunda sobre sus alcances y posibilidades. El interrogante, no develado aún, de quien sucederá a Néstor Kirchner en la Secretaría General , se cruza con la decisión –impensada en otro momento- de constituir la Presidencia de la misma en Guyana, un país pequeño. Este desafío concretado forma parte de una manera distinta de visualizar la construcción política en la región.
 
La presencia de los Presidentes en la Cumbre Social del MERCOSUR en Brasil, pone en evidencia que el proceso iniciado en los años 2005 y 2006 era algo más que una mera declaración de deseos y reafirma la voluntad política de profundizar las experiencias de participación social.
 
La creación, en dicho contexto, de la Unidad de Participación Social del MERCOSUR, efectiviza en los hechos esa intencionalidad.
 
Se está gestando, paulatinamente, una nueva institucionalidad en este ámbito formado por Uruguay, Paraguay, Brasil y Argentina; y en donde se continúa solicitando enfáticamente la necesidad de que el Senado paraguayo, habilite el ingreso de Venezuela.
 
Surge como materia pendiente pero de construcción, la participación social en la estructura de la UNASUR.

Suramérica plantea muchos desafíos, pone en agenda problemas estructurales, reconoce culturas olvidadas, reafirma una identidad propia; Frente a todo lo que falta, a las carencias y errores, es bueno a la hora del balance – como dijera el ex presidente Lula en Foz de Iguazú, retrotraerse diez años atrás y desde esa experiencia, poder contextualizar y evaluar mejor todo lo conseguido.  Esta es la  realidad y allí está la tarea por venir.


Por el Embajador OSCAR LABORDE, Representante Especial para la Integración y la Participación Social de la Cancillería Argentina

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