El título de la nota de Daniel Santoro y publicada por Clarín es prácticamente una justificación del robo de municiones y armas que se produjo en la base militar del Palomar. El mismo reza: “Una fuerza desanimada y con pocos recursos” (Ver nota del 07/01/2011) y desarrolla, por boca de un Centro de Estudios de la Unión Cívica Radical, la situación militar argentina ante una eventual guerra.
Curiosamente habla de “pecado” a la falta de seguridad en los cuarteles, un calificativo inofensivo, casi religioso, de una falta militar gravísima, para Clarín quizás un cura y una confesión bastarían para solucionar semejante crimen. Hasta pareciera que se llevaron golosinas del cuartel. La información oficial cuenta de que podrían ser ladrones comunes los que perpetraron el delito: ¿Cómo ladrones comunes pueden tener conocimiento de las instalaciones militares dedicadas a la seguridad nacional?¿Por qué rompieron ese candado y no otros? Suponiendo que eran ladrones comunes, ¿Cuántas veces ingresaron al cuartel para ubicar municiones del calibre más utilizado por la delincuencia? ¿Es suficiente prueba un cerco roto para suponer que fueron “ladrones comunes”? Realmente causa gracia las declaraciones del Brigadier Ernesto París que: “…Ingresó gente por el tejido perimetral, se detectó una pequeña rotura en el alambrado y faltó muy poco para que los hubieran encontrado in fraganti…”.
La otra pregunta es ¿Cuántas personas entraron? Como no soy del área de ciencias exactas busque el peso de un proyectil de 9 mm (Ver informe sobre el peso) y me dio multiplicado por 30.000 (cantidad supuestamente denunciada) 240 kg de municiones, a esto debe sumarse sus correspondientes recipientes. Esto indica que fueron varias cajas y no menos de 6 a 8 individuos transportando el tan preciado material o fueron menos pero en varios viajes, lo cual incrementaba la posibilidad de ser descubiertos (siempre creyendo la hipótesis del Brigadier).
La información es complementada por dos hechos diferentes pero extrañamente relacionados entre sí: El robo del Grupo de Guerra Electrónico y la rotura del avión Tango 02 de uso oficial, en la misma base donde se robaron las municiones.
El robo de 3 o 5 fusiles automáticos livianos (FAL) y 7 pistolas calibre 9mm entre los días 12 y 17 de agosto de 2010 (Ver nota del 19 de agosto de 2010) del Grupo de Guerra Electrónica en la zona del aeroparque porteño. En este caso las armas fueron robadas sin ningún tipo de violencia, lo cual puede hacer suponer que fueron los mismos uniformados los que se llevaron el material. Aquí los supuestos “desanimados militares” se robaron armas con un destino desconocido, pero seguramente los que hicieron esto no pensaron en el resguardo de la seguridad nacional. La dotación de la base del GGE cuenta con 600 efectivos.
El Fokker F 28 que estaba en la base Aérea con una custodia “especial” y en reparación (Ver nota del 6/01/2011). Fue hallada rota el ala derecha y con faltantes, así lo denuncia el Coronel Alejandro Graham. El avión es habitualmente utilizado por autoridades del gobierno, pero no usualmente por la presidenta de la nación que utiliza el Tango 01, pero también pertenece a la flota presidencial. La causa fue desestimada por la justicia por falta de pruebas, pero es sospechoso que nadie antes hubiera detectado los desperfectos. Aquí los encargados de la seguridad nacional no son tan seguros como vemos. La dotación de la base aérea cuenta con 500 militares (oficiales, suboficiales y soldados).
Los otros que hoy estarán “muy desanimados” son los hijos de tres Brigadieres vinculados a la dictadura, al Menemismo y al Duhaldismo que fueron apresados con…900 kilogramos de cocaína en España. Enriquecidos con contratos durante estos tres períodos e investigados por la justicia desde la llegada de Néstor Kirchner solo pudieron apelar a los negocios fuera de la ley. Estos no aparecen relacionados en la nota de Clarín, pero es interesante que también tengan relación con la Fuerza Aérea, con los negocios aéreos y el narcotráfico (Ver nota relacionada).
Uno no cree en las brujas, pero como dice mi abuela: Que las hay, no tenemos dudas. Saque usted señor lector sus propias conclusiones…
Jorge P. Colmán
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