jueves, 13 de enero de 2011

La enorme industria de la carne crece por el Sur

La soja es el alimento que ayuda al enorme negocio de la carne subsidiada en los EEUU y Europa según GRAIN. Paradójicamente en la Argentina los productores de carne resignan los mejores terrenos para la producción de soja y las tierras marginales a la ganadería. Mientras la patronal de la Mesa de Enlace pide eliminación de las retenciones a la soja e impulsa subsidios para la industria de la carne. Un debate que solo puede ser sanjado por la necesaria creación de juntas reguladoras, para que no se disparen los precios en el mercado interno, y armonizar la producción de ganado y cereal.

Grupo Jauretche

La gente del Sur parece estar comiendo mucha más carne que antes. La FAO dice que el consumo per capita de carne en los países en desarrollo se duplicó entre 1980 y 2005 y que el consumo de huevos se triplicó.
Según algunos expertos, esto tiene que ver con el aumento de los ingresos en Asia.
Pero eso no es suficiente para entender el enorme salto. El factor más fuerte son las existencias.
Con subsidios masivos y apoyo gubernamental, en décadas recientes las corporaciones lograron aumentar la producción mundial de carne a niveles formidables, lo que tiene consecuencias devastadoras para los animales, las personas y el ambiente. Gran parte de esta producción industrial ocurre ahora en el Sur, donde una nueva generación de compañías se une a sus contrapartes del Norte y empuja a que haya mucha carne en todos los rincones del planeta.
El galopante mercado de carne en el Sur se relaciona con una abundancia de carne barata producida en criaderos industriales, tras de la cual hay una abundancia de piensos y forrajes baratos. La explosión del consumo de carne en el Sur es la segunda vuelta de lo que ocurrió hace algunos años en el Norte, cuando las compañías comenzaron a instalar granjas industriales y corrales estabulares de alimentación intensiva, para convertir montañas de cereales subsidiados y soja en proteína animal para los establecimientos de comida rápida y los anaqueles de los supermercados. El exceso de carne, sean patas de pollo congeladas o vísceras de vaca, se le arroja a los países más pobres.
La enorme industria de la carne (apodo colectivo para las grandes corporaciones que manejan la producción y el comercio de la carne), obtiene toda clase de subsidios en Estados Unidos y Europa. Algunos alegan que el precio real de una libra de carne de hamburguesa en Estados Unidos debería ser de 30 dólares, y no el dólar o los 2 dólares que ahora cuesta en los centros de venta al menudeo.1 Con retirar los subsidios al alimento animal, los costos de operación de las compañías de carne subiría 10%, y proliferarían en los barrios pobres los puestos de verduras y frutas en reemplazo de los KFC y los McDonald’s.2 Entretanto, en Europa, la vaca promedio obtiene 2.50 dólares en subsidios —en comparación con el 75% de la gente en África, que vive con menos de 2 dólares diarios.
Con este modelo, que ahora se impulsa en todo el mundo, resulta que los pobres se ven forzados a comer carne barata.
El alimento animal barato es la piedra fundamental de la industria cárnica estadounidense y europea, y los grupos de presión de las corporaciones transnacionales de la carne como Cargill, Tyson y Danish Crown, más sus aliados en los servicios alimentarios y el comercio al menudeo, promueven que no desaparezcan los subsidios. Por supuesto, se promueven nuevas materias primas para esos piensos —como la soja en las pampas argentinas y la Amazonia brasileña— pero lo único que se logra es impulsar la expansión del negocio de la carne a otras partes del globo.
La producción de soja ha crecido diez veces desde 1960 (ver gráfica 1). La cantidad de tierra fértil dedicada a producir alimentos animales creció en 58% desde 1990, sobre todo en Brasil y Argentina. Durante ese mismo periodo, la cantidad de tierra destinada a producir cultivos que puedan comer los humanos disminuyó a ritmo constante.4 Pero la soja es sólo uno de los cultivos comerciales usados como alimento animal. La yuca, el maíz y otros cereales sufren una tremenda expansión.
La Tabla 1 muestra el tremendo crecimiento en el uso de piensos comerciales por todo el mundo en los últimos veinte años. Impacta su crecimiento en el Sur, por todas partes. Este incremento en los piensos comerciales es un espejo del incremento en la producción industrial de carne. Proliferan los criaderos industriales en los países pobres.  La gente por todo el mundo no sólo come más carne, come más carne de criaderos industriales. Las implicaciones de esto son muy vastas.
La enorme industria de la carne, desarrollada por las corporaciones en el Norte, es ahora un fenómeno global. Y al crecer ese negocio por el Sur, los viejos lentes Norte-Sur necesitan reajustarse.
Una nueva generación de gigantes de la carne. Como ocurre en otros sectores, una de las razones de que la producción industrial de carne prolifere por el Sur es que las corporaciones de carne del Norte utilizan la arquitectura de la globalización neoliberal para mover sus instalaciones a los países más pobres donde es posible producir más barato.
Smithfield, con sede en Estados Unidos, el productor de cerdos más grande del mundo, instaló granjas en México y en Europa oriental. Otro gigante de la carne, Tyson, comenzó a producir pollos en China desde los noventa en una escala más o menos pequeña, pero en 2010 instaló dos nuevas granjas avícolas que producirán 150 millones de aves anuales. Por la misma época, estableció una empresa conjunta en India, que compró lotes de alimentación en corral en Argentina y se apoderó de tres productores avícolas en Brasil. Varias compañías de pollos europeas han transferido sus operaciones a Brasil.
La empresa francesa Doux, que encabezó la transformación de la industria avícola francesa para convertirla en productora de exportación con grandes fábricas, comenzó la transferencia de sus instalaciones a Brasil en 1998, mediante la adquisición de una empresa avícola brasileña a través de generosos incentivos del gobierno brasileño. Para 2002, Doux, la quinta empresa avícola más grande del mundo, producía la mitad de su producción total en Brasil.5 Las empresas de carne japonesas han dislocado su producción a China, mientras los productores daneses de puerco emplazan su producción en Europa oriental.
Cada vez más, el dinero duro para levantar criaderos industriales, producir piensos e instalar empacadoras de carne fluye desde compañías del Sur o pasa por ellas. Como señala la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD por sus siglas en inglés), en 2008 40% de la inversión transfronteriza global en la agricultura, fue Sur-Sur.6 En el camino, varias empresas productoras de carne con sede en el Sur crecieron y se volvieron transnacionales a todo vuelo, con sus propias estrategias de expansión al extranjero.
La gráfica 2 nos muestra la clasificación global de las más grandes compañías de carne, y muestra que las transnacionales de Sur se unen al club internacional de la carne. Y es pasmosa la velocidad en que las empresas se apoderan unas de otras y la complejidad de sus relaciones.
Motores de expansión. Una empresa requiere capital para expandirse. Y recientemente las grandes finanzas globales (con acceso a la mayor parte del dinero del mundo) canalizan inversiones a la producción de carne en el Sur.
A partir de la crisis financiera, los inversionistas privados, mediante fondos de cobertura o de pensión, han desarrollado un gran apetito por obtener acciones en empresas de carne y lácteos del Sur, e incluso por invertir directamente en granjas.
Para citar algunos ejemplos: en los últimos años Goldman Sachs y Deutsche Bank han invertido cientos de millones de dólares en comprar a los principales productores de puerco en China. Barclays Bank está entre los inversionistas institucionales con mayores intereses en Zambeef, la agro-empresa más grande de Zambia. Citadel Capital, un fondo de inversión privado egipcio, está comprando tierra para producir alimentos por toda África, y asumió el control de un hato de 11 mil vacas destinadas a productos lácteos.
Hay también muchas maniobras gubernamentales para llenarle las cuentas de banco a las empresas de la carne en el Sur. Algunos gobiernos, muy notoriamente el de Brasil, están decididos a desarrollar sus propios gigantes multinacionales de la carne para que asuman el papel de transnacionales abastecedoras de los mercados internacionales.
Desde 2008, el Banco Nacional de Desenvolvimento Econômico e Social, de Brasil, le sirvió 4 400 millones de dólares en financiamientos a las cuatro compañías brasileñas de carne.7 El banco posee ahora 20% de JBS y 14% de Marfrig —las dos multinacionales de la carne más grandes del país.
Otros gobiernos están más motivados por garantizar un largo plazo de seguridad alimentaria en sus países. Libia y Corea del Sur trabajan con empresas nacionales para comprar tierras agrícolas en otros países, producir alimentos y exportarlos de vuelta.
Esto significa invertir en la producción de ganado en el extranjero pero también en los cultivos que alimenten el ganado local. China, por ejemplo, busca asegurar tierra para producir piensos en Brasil, y negocia proyectos ganaderos en Bahamas y Tanzania. COFCO, el gigante estatal que comercializa bienes de exportación, se vuelve uno de los productores más grande de carne y lácteos dentro de China. En 2007 logró entrar a algunos países al adquirir 5% de las acciones en Smithfield, el productor de puercos estadounidense. La paradoja es que Singapur mira a China en pos de futuras existencias de cerdo. En 2010, una subsidiaria de Temasek, fondo soberano de Singapur, anunció una inversión masiva en un proyecto conjunto con el productor de puercos más grande de China, que producirá un millón de cerdos al año en granjas de la provincia Jilin, sobre todo para exportarlo a Singapur.
En Medio Oriente hay gran nerviosismo por la vulnerabilidad de las existencias de carne. Sus poblaciones se expanden, hay acceso limitado a las tierras arables y al agua, y las importaciones de carne y alimento para animales, se hicieron muy caras. No parecen surtir efecto las promesas de abastecimiento que profieren los diplomáticos de Brasil, Nueva Zelandia, Estados Unidos y otros exportadores importantes de carne y piensos y muchos gobiernos en la región prefieren respaldar e impulsar a sus propias compañías privadas, para que inviertan en la producción de carne y piensos en el extranjero.
La cuarta compañía avícola más grande de Arabia Saudita, HADCO, propiedad de Almarai —la empresa de lácteos más importante del reino—, ha comenzado a producir cereales y pastura en 10 mil hectáreas de tierra de Sudán, y afirma que crecerá hasta ocupar 100 mil hectáreas. Hassad Food,  una empresa, estatal de Qatar, instala nuevas granjas en su país de origen, pero adquiere tierras en el extranjero para producir piensos y emprender proyectos ganaderos en Australia, Brasil, Turquía y Uruguay.
También Irán se unió a la fiebre. En noviembre de 2009, el gobierno brasileño rechazó una propuesta formal de compra de tierra por parte de Irán. Algunos meses después, los inversionistas iraníes lanzaron en el sur de Rusia un proyecto de ganado y piensos por 40 millones de dólares, y planean construir instalaciones avícolas para 1.2 millones de aves.8
Estas iniciativas gubernamentales únicamente crean el espacio necesario para que los grandes tengan cabida. El sistema alimentario global está manejado por las corporaciones, y sus estrategias definen por dónde fluye la inversión. Conforme Kentucky Fried Chicken se expande en China, también lo hace DaChan, una de las mayores compañías avícolas de Asia —y proveedora de KFC. Si el líder de los supermercados africanos, Shoprite, instala tiendas en Nigeria, Zambeef, su principal abastecedor en el sur de África, construye plantas empacadoras de carne en las inmediaciones. Conforme Wal-Mart se expande en México, así también Pilgrim’s Pride, la mayor empresa avícola estadounidense, que ahora es propiedad de JBS, corporación brasileña. Cuando JBS compra lotes de alimentación y construye plantas empacadoras en Uruguay, Estados Unidos o Australia, lo hace con el fin de abastecer mejor a sus clientes globales como McDonald’s o Carrefour en mercados que están cerrados para las exportaciones brasileñas a causa de las restricciones a la fiebre aftosa (o glosopeda).
Banderas de conveniencia. Los gobiernos ayudan a sus compañías y a sus élites a navegar estos mercados firmando acuerdos bilaterales de comercio e inversión, o lanzando misiones diplomáticas que derriben las restricciones a la importación. El Acuerdo de Libre Comercio Tailandia-Australia fue sobre todo una negociación dura de entablar y mezquina en sus resultados: las compañías de lácteos australianas  querían controlar el mercado lácteo tailandés y CP, el gigante agroindustrial tailandés, quería el mercado avícola australiano.
En las recientes negociaciones comerciales entre Brasil y China en relación con la industria avícola, en mayo de 2009, el presidente brasileño visitó Pekín y logró que el gobierno chino cancelara las sanciones comerciales que había impuesto a las importaciones avícolas brasileñas, a causa de los brotes de la enfermedad de Newcastle. Esto no significa que Brasil pueda ahora exportar productos avícolas a China. Sólo cinco plantas en Brasil están autorizadas por China para reanudar las exportaciones. Terminado el embargo, el primer cargamento que arribó a China traía 300 toneladas de pollo enviado por Doux, la compañía francesa, desde su subsidiaria brasileña Frangosul.
En 2008, Estados Unidos puso fin a la prohibición de seis años a las importaciones de pollo chino, y permitió la llegada de cargamentos de la provincia de Shandong. Un funcionario provincial de comercio exterior de Shandong  recalcó: “Son buenas noticias para los productores chinos, en especial para los granjeros”. Pero esto es apenas una victoria de tales granjeros. La decisión europea llegó justo dos semanas después de que Tyson asumiera el control de uno de los mayores exportadores avícolas de Shandong —una de las seis compañías que la Comisión Europea autorizó para exportar carne de pollo.
Desde que en 2003 se confirmó en Estados Unidos la enfermedad de las vacas locas en sus rebaños, muchos países cerraron sus fronteras a las reses estadounidenses. Por años, Washington y los grupos de presión de la industria de la carne hicieron enormes esfuerzos, yendo de las palabras dulces a la torcedura de brazos hasta que los gobiernos extranjeros volvieron a abrir sus fronteras.10 Incluso se han reformado las reglas de la Organización Mundial de Sanidad Animal (conocida como OIE, por sus siglas en francés), organismo que fija los estándares globales, para que se declare que la carne de res estadounidense es saludable.11 
No obstante, se han impulsado muchas campañas de impugnación en Corea, Australia y Taiwán no sólo por las implicaciones de salud, sino por los impactos socio-económicos y políticos de la carne de res estadounidense — sobre todo porque saca del negocio a los productores locales. Son tan fuertes estos movimientos sociales que a la carne de res estadounidense se le dice comúnmente “res de las vacas locas”.
Pero lo que la gente luego no se da cuenta es que, poco a poco, JBS de Brasil ya compró la porción más grande de la industria empacadora de res estadounidense. Las reses pueden criarlas de entrada los productores independientes en Estados Unidos, pero la alimentación estabular, los mataderos y las plantas procesadoras las controlan y las administran ejecutivos brasileños.
Los costos. La suma total de estos flujos de inversión apunta a que la carne es más industrial. Son más los criaderos industriales, más rápidas las líneas de ensamblaje y es más la comida chatarra. Los costos para la gente y el planeta son devastadores.
Los productores son los primeros en perecer. En los países que importan carne barata, los productores locales pierden mercados. Y en los países donde tales empresas asientan sus operaciones, simplemente barren con todo y la gente pierde sus modos de vida. El surgimiento de la industria avícola en China a mediados de los noventa forzó a 70 millones de pequeños finqueros a abandonar la producción avícola.12 
En Rumania, la apertura de sus mercados a las importaciones, y la entrada de las corporaciones porcícolas, a través de firmas nacionales y extranjeras, hizo que se perdiera un 90% de sus productores entre 2003 y 2007 —de 480 mil granjeros a sólo 50 mil en cuatro años.13 
Los que permanecen en el negocio han tenido que aceptar los dictados de los contratos o la precaria existencia en los márgenes. La concentración corporativa y sus criterios hacen más difícil acceder a mercados y continuar con los métodos tradicionales.14
Las medidas utilizadas para combatir la gripe aviar en Vietnam, por ejemplo, excluyen a los productores avícolas en pequeño de los mercados importantes en las urbes y prohiben la cría casera de aves de corral, lo que pone en riesgo la sustentabilidad de millones de campesinos. Las medidas son muy ridículas, porque es sabido que fue una granja de CP la fuente del brote que condujo a la diseminación de la enfermedad por todo Vietnam del norte.15 
Los trabajadores también sufren mucho. En los ochenta, los obreros de las empacadoras de carne en Estados Unidos organizaron sindicatos y forzaron a las compañías a otorgar condiciones decentes de trabajo y salario. Pero las empacadoras desactivaron con mañas a los sindicatos y contrataron migrantes cuyo precario estatus laboral dificultó la organización sindical. Las compañías lograron bajar los sueldos a la mitad de lo que eran en los ochenta y aceleraron la producción. Hoy, el obrero promedio en las plantas avícolas estadounidenses repite los mismos movimientos de 10 mil a 30 mil veces por turno, y la industria de la carne se volvió el sitio más peligroso para trabajar en Estados Unidos.16
Los sindicatos de la carne en Europa luchan batallas semejantes contra la dislocación, la contratación de migrantes y el emplazamiento de instalaciones en países con salarios más bajos y condiciones de trabajo miserables.17 En Brasil, donde es fuerte la actividad de los sindicatos en la industria de la carne, las negociaciones se dificultaron desde que las compañías comenzaron a globalizarse.
El crecimiento orientado a las exportaciones es muy nefasto para los obreros del sector avícola, la mayoría de las cuales son mujeres y muchas de ellas indígenas.18 Sergio Irineu Bolzan, un obrero en una planta avícola de Cargill en Mato Grosso do Sul, afirma que el ritmo de labor se duplicó desde 1997. El resultado es que hay más lesiones por estrés, sobre todo entre las mujeres, que ahora tienden a ocupar puestos que exigen mucha destreza motriz. Un estudio nacional en Brasil encontró que una cuarta parte de las mujeres que laboran en las plantas avícolas brasileñas tiene lesiones debidas al estrés de la repetición, lo que se relaciona en directo con la depresión. Cerca de un 40% de tales mujeres sufre de depresión.19Según los obreros las compañías procrearon “epidemias” de severos problemas de salud.20
Desde un punto de vista de salud pública, la carne industrial es un desastre. El hacinamiento de grandes cantidades de animales en los criaderos industriales, el obsceno trato a los animales, provoca el abuso de antibióticos y facilita la emergencia y la diseminación de peligrosos patógenos. El reciente brote de salmonella en los huevos estadounidenses demuestra el nivel tóxico en los alimentos.
Los criaderos industriales provocan también graves penurias a las comunidades locales, con fétidos olores y gases peligrosos que causan afecciones respiratorias y severa contaminación de las fuentes de agua. En China, las granjas fabriles se expanden más que en cualquier otra parte del planeta. El primer censo sobre contaminación nacional causó gran alarma al encontrar que la agroindustria era una fuente mayor de contaminación del agua que la industria, y al responsabilizar directamente a los criaderos industriales.21 Por eso que las empresas instalan sus galerones en las comunidades pobres que no tienen gran poder político.22
La escala de la devastación ambiental es enorme. Los criaderos industriales orillan a la pérdida de biodiversidad animal (la producción industrial de cerdos descansa en sólo cinco variedades), 23 arroja gases con efecto de invernadero (la industria de la carne es responsable de 18% del total de emisiones de tales gases) 24 y desmantela los bosques en pos de cultivos destinados a producir alimentos animales.25 El estallido global de la carne industrial es responsable de la masiva expansión de la producción global de cultivos comerciales de exportación como la soja, lo que expulsa a las comunidades locales de sus tierras y convierte fincas campesinas pequeñas en plantaciones corporativas, transformando y destruyendo el campo.
Confrontar al cártel de la carne. Por fortuna, crecen las luchas que desafían la expansión industrial de la carne en el Sur. Grupos en Tailandia se unieron para confrontar a CP y comienzan a unirse con grupos en los países donde CP tiene instalaciones. En Brasil se monitorean y confrontan las inversiones del Banco Nacional de Desenvolvimento Econômico e Social en las multinacionales brasileñas, y se conectan con gente en los países africanos en que están activas tales compañías. Las comunidades locales afectadas por los criaderos industriales en México comienzan a vincular sus luchas a redes nacionales en pos de justicia social y ambiental como la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales.
Al interior de las multinacionales los obreros comienzan a tender puentes más allá de las fronteras y, así, los obreros de Marfrig y JBS en Brasil tejen relaciones con sus contrapartes en Uruguay, Argentina y Europa.
Es crucial respaldar estos esfuerzos por tender alianzas y aprender de ellos. Requerimos más atención al flujo de tratos que ocurre entre los gobiernos del Sur. Hay que hacer más para forjar conexiones y cooperación entre los grupos que se enfrentan a estas grandes transnacionales de la carne en el Sur, y la gente afectada por sus estrategias globales de expansión. Es mucho lo que está en juego. La enorme industria de la carne es un gran desastre y tenemos que impedirlo.

1 - Ver Moby y Miyun Park en su libro Gristle, 2009.
2 - “Below-Cost Feed Crops: An Indirect Subsidy for Industrial Animal Factories”, IATP, junio de 2006: http://www. agobservatory.org/ library.cfm?refid=88122
3 - Gumisai Mutume, “Mounting opposition to Northern farm subsidies”. Africa Recovery, vol.17 #1 (mayo de 2003), http://www.un.org/ ecosocdev/geninfo/ afrec/vol17no1/171agri4.htm
4 GRAIN, “Global agribusiness: two decades of plunder”, Seedling, julio de 2010. http://www.grain.org/ seedling/?id=693
5 Tristan Coloma, “Quand les volailles donnent la chair de poule”, Le Monde Diplomatique, julio de 2008 : http://www.mondediplomatique. fr/2008/07/ COLOMA/16084
6 UN Conference on Trade and Development, World Investment Report 2009, UNCTAD, Ginebra, septiembre de 2009.
7 Stuart Grudgings, “Cattle, a tough target in Amazon protection fight”, Reuters, 1 de junio de 2009.
9 “Behind every FTA lie the TNCs: examples from Thailand”, Entrevista con Witoon Lianchamroon, BIOTHAI, por Aziz Choudry, bilaterals. org, for Fighting FTAs, noviembre de 2007: http://www.bilaterals.org/
10 Es una torcedura de brazo que el gobierno estadounidense le diga a Taiwán o a Corea que a menos que abran sus mercados a la carne de res de aquel país, les negará un acuerdo de libre comercio.
11 Ver GRAIN, “Food safety, rigging the game”, Seedling, julio de 2008,http://www.grain.org/ seedling/?id=555
12 FAO, “The state of food and agriculture, 2009”, http:// www.fao.org/publications/sofa/en/
13 Doreen Carvajal and Stephen Castle, “A US hog giant transforms Eastern Europe”, New York Times, 5 de mayo de 2009.
14 GRAIN, “Contract farming in the world’s poultry industry”, Seedling, enero de 2008; Isabelle Delforge, “Contract farming in Thailand: A view from the farm”, un informe para Focus on the Global South, 2008; “Thailand Livestock Report”, Italia Trade Commission, 2008: http:// www.ice.gov.it/paesi/asia/ thailandia/upload/177/ Thailand%20Livestock%20 Report.pdf
15 GRAIN, “Bird flu: a bonanza for Big Chicken”, Against the grain, marzo de 2007.
16 Ana Grabowski de UFCW, hablando en Brasil, 1de julio de 2008: http:// www.rel-uita.org; Tom Philpott, “How the meat industry thrives, even as costs rise”, Grist, 13 de septiembre de 2007: http:// www.grist.org/article/hogfutures/
17 Ver el caso del sindicato italiano CGIL FLAI Modena:http://www.nuovocaporalato.it/
18 El trabajo en el sector de la carne de res en Brasil no es necesariamente mejor. En 2007, 60% de los alegatos sobre condiciones de trabajo esclavizantes o de tratos denigrantes recibidos por la Comisión Pastoral de la Tierra proviene de la industria de la res. Ver REL-UITA:http://www.reluita. org/sociedad/hambre/ hombres_esclavizados_ ganado_subsidiado-por. htm.
20 Carta de Atibaia, “Declaración Final del Encuentro Internacional de los Trabajadores en la Industria Avícola”, 18 de junio de 2008:
21 Jin Zhu, “Animal waste a threat to clean water supply”, China Daily, 15 de julio de 2010; Mindi Schneider, “China: agriculture a bigger polluter than industry”, Pig Penning, 20 de julio de 2010: http://pigpenning. wordpress.com/
22 Ver la entrevista con David Kirby en Democracy Now!, “The looming threat of industrial pig, dairy and poultry farms on humans and the environment”,24 de agosto de 2010: http:// www.democracynow. org/2010/8/24/david_kirby_ on_the_looming_threat o Fabrice Nicolino, Bidoche : L’industrie de la viande menace le monde, Editions LLL, septiembre de 2009. Hay un importante documental sobre la comunidad de La Gloria, México, y sus experiencias con los criaderos industriales de cerdos. Ver Télévision Suisse Romande, “H1N1: Why did it strike the Mexicans first?”, septiembre 2009: http://www.grain.org/articles/?id=58.
23 Susanne Gura, “Livestock breeding in the hands of corporations”, Seedling, enero de 2008, http://www.grain.org/seedling/?id=528
24 GRAIN, “El fracaso del sistema alimentario internacional”, octubre de 2009, http://www.grain.org/seedling/?id=647
25 Durante el boom de exportación de carne de res brasileña entre 1990-2002, los hatos ganaderos crecieron de 26 millones de reses a 57 millones, y 80% de este crecimiento ocurrió en la Amazonia. Ver Sven Wunder, Benoit Mertens, Pablo Pacheco y David Kaimowitz, “Hamburger connection fuels Amazon destruction”, CIFOR, 2004,http://www.cifor.cgiar.org/publications/pdf_files/media/Amazon.pdf

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