El movimiento obrero tiene rémoras de una época que debe dejar atrás. Los ´90 dejaron en los sillones de las secretarías generales a muchos de los responsables de la privatización de gran parte de las empresas del pueblo argentino. Sus consecuencias se sufren todavía hoy, de ser uno de los sistemas ferroviarios más importantes de américa, solo quedaron unos pocos de pié y pueblos enteros desaparecieron. Miles de trabajadores quedaron en la calle, de obreros que no veían al ferrocarril como un simple empleo, era una forma de vida, eran parte de una familia y parte una historia que llenaba de orgullo nacional.
El asesinato del militante del Partido Obrero demostró hasta que punto están dispuestos a sostener un poder cargado de una historia de violencia y entrega. El paro general decretado hoy no tiene nada que ver con la defensa de los puestos de trabajo, los sueldos o la defensa de un transporte estratégico para los trabajadores y el Estado. Es la defensa corporativa de un puñado de dirigentes que hace tiempo olvidaron eso de "clase trabajadora" y esta unido en función de lealtades que tienen como eje el sostén de la estructura de poder y los negocios.
El acto además se inscribe peligrosamente en la estrategia electoral de sectores que fueron responsables del desguace del Estado y su entrega. El Duhaldismo como herramienta electoral y brazo del poder económico, mueve sus piezas buscando desestabilizar al gobierno nacional y de esta manera condicionar a la justicia. Los diferentes hechos de violencia del pasado año se vinculan directamente a la conducción del gremio como forma de "aprete" y creación de un estado de caos social.
El gobierno nacional ha sido fiel a su premisa de seguridad, no reprimir la protesta social y permitir a la justicia que actúe libremente. Pero este paro es eminentemente político, se defiende a un dirigente acusado de un crimen cobarde utilizando la organización de los trabajadores y la población como rehenes. Los trabajadores son respetuosos de la ley y las mejores tradiciones de su historia, no defienden presuntos delincuentes, ansiamos la justicia para todos.
Pedraza es un símbolo de la entrega, un participe necesario de una traición a las tradicionales banderas históricas del Peronismo: La Soberanía Nacional. El gobierno no puede ni debe retroceder, el movimiento obrero necesita oxigenarse para de una vez por todas hacer posible el desarrollo de un modelo nacional, de otra manera, una y otra vez vamos a tener que sufrir los embates de una corporación dañina a los trabajadores y el pueblo.
Jorge P. Colmán
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