lunes, 21 de febrero de 2011

Cuando ESCRACHAR no es malo.

A pesar de que la sociedad adulta les exige a los jóvenes cada vez más responsabilidad, por otro lado les da un mensaje contradictorio -e incluso de subestimación- sobre su capacidad crítica para poder entender la complejidad de la actualidad. Esta subestimación de su capacidad de abordaje y análisis crítico de los problemas, se observó esta semana cuando un sector puso el grito en el cielo al enterarse de que en la materia Política y Ciudadanía, de  5to. año de la secundaria de la provincia de Buenos Aires, se abordará la cuestión de los piquetes, los graffiti y las pintadas. Un escándalo porque en un subpuntos, de otro subpuntos, de una unidad, de otra unidad, de sus contenidos aparece la palabra “escrache”, dejando de lado los otros subpuntos, de los subpuntos que se explican y detallan en casi 50 páginas.

Según las encuestas, y siempre según, entre los  temas que preocupan a la sociedad está el de la seguridad en primer término, el trabajo, la inflación y la educación. Siendo una preocupación social el de la educación, vale recordar el para qué y el porqué una Nación, un pueblo, considera que la educación es la base de toda sociedad. Quizás parecerá absurdo tener que explicar lo obvio, pero ante las embestidas de los sectores conservadores, de derecha, sobre la política educativa y en particular los contenidos que ven nuestros alumnos/as, no hay que dar por obvio nada. De lo contrario, al igual que ahora, no hubiera sido tan problemático y resistido hablar de educación sexual en las escuelas.

Uno de los principios básicos de la Ley Nacional de Educación 26.206 (LEN), sancionada durante el gobierno de Néstor Kirchner, es considerar a “la educación y el conocimiento” como “un bien público y un derecho personal y social, garantizados por el Estado”, lo cual traducido es que sus sujetos, los destinatarios de la educación en todos sus niveles, son sujetos de derecho. Puesto el eje en estas claves, se debatió la ley 13.688 de la provincia de Buenos Aires que aprobó la legislatura en 2007. De esa consulta participaron más de 3,5 millones de personas. Entre otros, padres, alumnos, docentes, gremios y distintos credos dieron su opinión sobre qué educación requería la provincia relacionada a un todo que es la Nación. 
La ley provincial establece cuatro niveles educativos: inicial, primaria, secundaria y superior, siendo los tres primeros obligatorios.

De esta manera en la provincia de Buenos Aires, la secundaria es de seis años de duración y está dividida en básica y superior. Este nivel tuvo, y debería seguir teniendo, el objetivo de formar adolescentes y jóvenes para la ciudadanía, para continuar los estudios y para el trabajo, centrándose en que a los 18 años cuando esos alumnos/as egresen puedan no sólo gozar de todos los derechos como ciudadanos, sino a su vez, ser responsables también de las obligaciones que se tienen cuando se es parte de la sociedad.

Esto no es menor, porque cuando se está diciendo que en la materia Política y Ciudadanía de 5to. año, la palabra escrache remite a prácticas autoritarias y/o fascistas, se está negando no sólo el derecho a saber de los alumnos de qué se trata sino, además, se evita cuestionar el pasado reciente y no tan reciente de nuestra propia historia.  Pero lo más grave es que quizás se les niega la posibilidad a esos alumnos/as de compartir su propia historia, la particular de cada uno.
En los 90, por si alguno no lo recuerda, la implementación de las políticas neoliberales dejó a millones de personas sin trabajo y a los hijos de estos obreros sin trabajo esperando a sus padres al borde de la ruta mientras quemaban cubiertas yt cortaban la ruta para reclamar derechos genuinos.

Cabe recordar por las leyes de Obediencia Debida, Punto Final y el Indulto para los genocidas, provocó que  “hijos de los Desaparecidos”, hicieran escraches, con un sentido muy distinto a los que se que se produjeron por parte de un sector neoliberal y reaccionario en contra de la resolución 125 durante el conflicto entre el campo y el gobierno Nacional. Por supuesto que son escraches distintos, con sentidos distintos, pero esto no quiere decir e implica que no se trate en las aulas, que se desconozca que los jóvenes que están atravesados por esa historia, de la que son también contemporáneos y que para bien o para mal los atraviesa.

La Asignación Universal por Hijo (AUH) significó que la matricula educativa en todos sus niveles se incrementara en un 25 por ciento. Han vuelto a la escuela, aquellos que fueron excluidos, olvidados, que no se sabía en dónde estaban. Están esos jóvenes, hijos, de aquellos desocupados-piqueteros que hoy tienen trabajo. Están los vecinos de esos Hijos que alguna vez irrumpieron en un tribunal para denunciar a un genocida. Entonces hay que aprovechar esa oportunidad de compartir las interpretaciones de los hechos, de generar espacio para el debate.

Entre los objetivos de la materia “Política y Ciudadanía”, está el de “buscar una complejización cada vez mayor, en tanto posibilidad de abordar contextos y relaciones cada vez más complejos para la enseñanza y el aprendizaje, apoyándose en la capacidad analítica de los sujetos que a través del avance en sus trayectorias educativas también se ha complejizado” y agrega “la autonomía habilita la capacidad de poder hacer fortaleciendo las relaciones de reciprocidad e igualdad y promoviendo las prácticas de construcción de normas compartidas basadas en el respeto mutuo”.

Tanto para el presente, como para construir el futuro, en toda sociedad se necesita de una masa crítica y comprometida con el bienestar común. No entra en discusión que el presente es la consecuencia del pasado y que lo que vendrá se cimienta en el ahora. Los jóvenes como sujetos no se han conformado en lo político, en lo cultural, en lo social, ajenos a las consecuencias de los hechos del pasado que conforman el hoy. Ante la cada vez más compleja realidad que los circunda es necesario brindarles todas las herramientas necesarias para que como personas de derecho puedan comprender, interpretar y tomar decisiones sobre el mundo que los rodea. Un mundo que los espera de brazos abiertos para ser actores activos. Hay que confiar en ellos, que con seguridad, lo harán muy bien diez o excelente.

Por Maria Vicenta Sánchez

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