martes, 15 de febrero de 2011

Crisis Africana, ¿Es posible en Perú?

Lucía Mariana Alvites, Candidata al Congreso por Gana Perú N° 3, (Desde África)  
Parte importante de las reflexiones y actividades del Foro Social Mundial es la fuerte y creciente crisis política que recorre los países del norte de África. No puede ser de otro modo considerando que el Foro se desarrolla en un país vecino, Senegal, en la costa atlántica del mismo continente. Pero además porque la crisis africana muestra varios de los eslabones más débiles del orden socioeconómico y político mundial, todavía hegemónico aunque en notoria y persistente crisis. Curiosamente, el Perú es uno de los pocos países en América Latina y en el mundo que persiste en reproducir sin cuestionamientos los rasgos que se muestran más débiles y críticos de este orden. Por ello, surge inevitable la pregunta si la crisis africana podría irrumpir también en el Perú.

Aunque, por supuesto, las diferencias entre ambas realidades son muy grandes, los paralelismos no son pocos y esto es lo preocupante. En primer lugar, en todos los países en crisis, Túnez, Egipto, y Costa de Marfil, se trata en lo esencial de democracias surgidas autoritariamente, más bien formales, de baja calidad institucional y derrotadas ante la corrupción. Una descripción casi perfecta de la democracia actual peruana, surgida del golpe de Estado de 1992 y la subsecuente dictadura, con una Constitución cuyos mentores intelectuales están nada menos que encarcelados por robos y asesinatos, y que no permite ni la soberanía ni un proyecto de desarrollo nacional, pero sí creciente represión a las legítimas demandas populares. Hablar de corrupción y de Perú en una misma frase se ha vuelto, desgraciadamente para los peruanos, una redundancia.

La revuelta en los países nor-africanos busca regenerar esta democracia puramente formal y profundizar la participación, esa es su primera demanda, pero su interacción con el crucial orden económico es evidente. En todos los casos, el puro formalismo y la baja calidad democrática es la cara institucional necesaria para la aplicación de políticas económicas neoliberales, centralmente exportadoras de recursos naturales a bajos precios y malas condiciones para el país exportador, sin proyecto de desarrollo nacional, y fuertemente dependientes de los dictados de los grandes poderes económicos transnacionales, que no muestran ni el más mínimo interés en otra cosa que no sea obtener las mayores y más rápidas ganancias, aún a costa del bienestar de pueblos y países enteros. No es anecdótico que la crisis arrancara en Túnez por un comerciante ambulante que se quemó a lo bonzo en protesta por la pérdida de sus medios de subsistencia. ¿Es necesario aludir a la actual realidad económica peruana?     

La más inquietante de las similitudes, sin embargo, es el hecho que apenas unas semanas antes del estallido de la crisis, en diciembre pasado en Túnez, nadie, ninguna encuesta ni estudio social, pudo preveerla. Por el contrario, los medios de comunicación y el debate público vivían en un discurso de “estabilidad”, “progreso”, “avance”, “satisfacción de la población”. ¿No se parece demasiado al Perú actual?

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