domingo, 19 de septiembre de 2010

Repartir la riqueza, compartir las ganancias: Principio del fin para desandar el neoliberalismo.

Participar en las ganancias de las empresas evoca los primeros gobiernos de Perón y significa un paso fundamental para terminar de desandar el neoliberalismo instalado por la última dictadura militar hasta su crisis con Fernando De La Rúa.

La búsqueda de formas de redistribución de la riqueza siempre han chocado con esquemas de pensamiento empresarios mezquinos y de recelo a la organización sindical. La era neoliberal trajo consigo un crecimiento productivo que dejo a millones de seres humanos sin empleo, concentrando el capital en pocas manos y una especulación financiera desenfrenada. El capital financiero se transformo en un poder transnacional capaz de torcer la voluntad de los Estados más poderos de la tierra y saquear a los más débiles.

En este esquema los empresarios argentinos pensaron más en el valor del dólar, fugar divisas al exterior y la especulación financiera, más que en producir y hacer crecer sus empresas. Los trabajadores mientras tanto se debatieron en como resistir la pérdida de derechos y huir de la desocupación. Una enorme masa de desocupados se transformaba, con el correr del tiempo, en marginados sin horizontes ni esperanzas, los cortes de ruta iniciados en Cutral Co marcaron una forma de hacerse ver y oír.

La crisis del modelo neoliberal, la resistencia de los trabajadores, la movilización de los desocupados y la decisión política del matrimonio Kirchner marcaron un cambio de política, acompañando los cambios que además se estaban dando en el resto de América Latina. En este marco se impulsaron medidas redistributivas que reforzaron la conciencia ciudadana en términos de derechos: La jubilación de todos aquellos que habían cumplido la edad para serlo y la asignación universal por hijo, por si solos abarcaron millones de seres humanos que forman el universo de los desheredados.

Participación obrera, un reclamo histórico

La historia de la participación obrera de las ganancias tiene ya más de cien años y se remonta a las luchas del movimiento obrero de fines de siglo XIX. Los socialistas llevaron las propuestas al congreso y el peronismo las consagro como parte de su política redistributiva. La constitución de 1949 incorporó los derechos sociales, dando un salto cualitativo al incorporar los derechos de tercera generación. Otros países como Alemania logran la cogestión que está reglada por leyes dictadas entre 1951 y 1956; en Francia por una ordenanza que data de 1945; en Bélgica rige desde 1948; en España desde 1962, en tanto que en Suecia, Inglaterra e Italia forma parte de los convenios laborales que se pactan entre sindicato y empresa.

La reacción de la revolución fusiladora dio por tierra los importantes logros del peronismo en materia social y constitucional al derogar la Constitución de 1949. Su objetivo fue eliminar la obra del peronismo, borrar de la memoria colectiva las conquistas del movimiento obrero. Para ello se dicto una nueva constitución en 1957, donde borra fundamentalmente el Capítulo IV donde se establece que “la propiedad privada tiene una función social” y donde el Estado regula la relación entre capital y trabajo. Se instala el artículo 14 bis cediendo a presiones de la resistencia obrera peronista. Esta resistencia siguió reclamando participación en: Programa de La Falda (1957), Programa de Huerta Grande (1962) y Programa del 1º de Mayo de la CGT de los Argentinos (1968).

Después se sucederá una seguidilla de gobiernos de facto con periodos de democracia endeble y amenazada, la breve primavera con el regreso de Perón hasta su muerte (1973-76), hasta la instalación de políticas neoliberales en la última dictadura militar. Con Alfonsín retornamos a la democracia, pero para el movimiento obrero seguirá prohibida la negociación colectiva y con Juan Vital Sourrouille se retornarán las medidas que Martínez de Hoz instalo en 1973. Luego el menemismo profundizará el neoliberalismo, donde, por ejemplo, el salario mínimo, vital y móvil estuvo congelado durante 11 años y se flexibilizaron las condiciones de trabajo. Con el gobierno radical de De la Rúa se desatará la crisis del modelo, dando inicio a un período de inestabilidad institucional y económica hasta la llegada de Néstor Kirchner.

La reacción empresaria y la propuesta

En este nuevo marco histórico nacional y latinoamericano es donde el gobierno nacional dio luz verde al proyecto del Frente para la Victoria proponiendo:
1.- Distribuir entre los trabajadores el 10% de las ganancias empresarias.
2.- Propone que de ese 10 %, un 80 % vaya directamente a los trabajadores y el 20 % restante a la creación de un fondo solidario con el que el gobierno pretende financiar programas laborales para desocupados y empleo en negro.
3.- Creación del Consejo Nacional de Participación Laboral de las Ganancias (Estado-Gremios-Empresas)
4.- Establecer información contable y financiera de las empresas.
5.- Excepción de empresas nuevas y con menos de 300 trabajadores. Quedan también exentas las micro, pequeñas y medianas empresas
6.-  Toda empresa que reinvierta sus ganancias quedará exenta de esta distribución.
La reacción no se hizo esperar y para el presidente de la UIA Héctor Méndez “…La Argentina se parece a Cuba…” y sus abogados enuncian el peligro de que “…Estamos frente a un nuevo instituto, cuya puesta en marcha no podría ni debería ser un acto confiscatorio, que afecte o viole el derecho de propiedad…”, La posición de la UIA tuerce la letra constitucional y vuelve con el latiguillo de la violación a la “propiedad privada”, tan utilizada en el conflicto con los patrones rurales y la jubilación privada.

Lo que pretende la UIA es:
1.- Que no exista ningún tipo de regulación en la relación capital-trabajo,
2.-. Continuar flexibilizando las condiciones de trabajo y,
3.- No permitir bajo ningún punto de vista la redistribución de la riqueza.

Conclusión

En esta etapa la clase trabajadora recuperó las paritarias y se dinamizó la puja redistributiva. La propuesta de reglamentación del precepto constitucional pone en marcha al movimiento trabajador, pues avanza en el control obrero de la producción, uno de sus reclamos históricos. El gobierno busca incentivar de esta manera el consumo y la inversión productiva, base para la construcción de un modelo productivo que tenga como eje el trabajo y la justa distribución de la riqueza.

JORGE P. COLMÁN

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