Los empresarios en la Unión Industrial Argentina (UIA) están divididos y ante la proximidad de una victoria de Néstor Kirchner desnudan sus miedos. La discusión de fondo para los grandes empresarios es apoyar el modelo productivo que fortalezca el mercado interno y regional o acompañar el derrotero de una oposición que tiene un futuro incierto y errático, sin perder las enormes ganancias que están acumulando.
Por un lado se encuentran los que apoyan el modelo, con una referencia en el ex presidente de la UIA Juan Carlos Lascurain y otros. Este como el resto de la industria nacional ve con buenos ojos la recuperación económica y los beneficios que esta trae. El mercado interno y los nuevos mercados significan un desafío que el gobierno nacional acompaña y permite un desarrollo del subcontinente americano. Su acción fortalece geopolíticamente el eje sur que, aunque signifique ir acompañando el crecimiento de una nueva potencia como Brasil, favorece jugosos negocios que el anterior modelo no permitía. Interesante es leer el reportaje a Lascurain que pone de relieve este desarrollo (Leer nota)
El oficialismo de la UIA plantea críticas económicas, que son entendibles como la inflación y reconociendo el crecimiento económico. Pero son sumamente críticos en lo político. Para ellos toda propuesta que tiene que ver con redistribución o control (obrero o del AFIP) es negativa. Lo cierto es que la puja redistributiva los pone nerviosos, quieren que el estado regule la actividad sindical a favor del capital para que no tener la presión de los delegados s y los sindicatos pidiendo aumentos, condiciones de trabajo o participación en las ganancias. La muletilla utilizada es que el gobierno no ofrece “seguridad jurídica” (Leer nota) , pero ese apego a la ley solo lo circunscriben al ámbito gremial, porque a la hora de tributar hablan de “presión” gubernamental. Este sector además está ligado al mercado externo y tienen como aliados a la patria Sojera. Tal vez ambos sectores verían con buenos ojos si Cristina aplicara el decálogo del Consenso de Washington en cuanto a que el Estado no intervenga y deje a las “fuerzas del mercado en libertad”, pero lo cierto es que favorecer el mercado interno y neoliberalismo son incompatibles.
El sector industrial “nacional” todavía no ha nacido o quizás recién se está gestando, fruto de ello son las contradicciones que vive la UIA. Prácticamente toda su historia buscó ser un socio menor del capital transnacional y no se animó a pensar en un modelo productivo nacional o regional. La gran crisis mundial pone en jaque todo el discurso neoliberal y genera las expectativas de un mundo multipolar, donde las subregiones continentales y los bloques económicos van a jugar un papel primordial en el desarrollo económico nacional.
Veremos si los industriales argentinos se ponen los pantalones largos o si se siguen arrastrando a los designios del gran capital norteamericano.
Jorge P. Colmán
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