lunes, 31 de enero de 2011

Violencia estructural y linchamiento social

Enviado por Gisela Carpineta el Sábado, 29/01/2011 - 23:21.
Año 3. Edición número 141. Domingo 30 de enero de 2011
Por Luis Federico Arias, juez de La Plata
contacto@miradasalsur.com
Un menor, un arma, un muerto y otra vez las proclamas sobre la conveniencia de bajar la edad de imputabilidad. Un debate inconducente, una dialéctica recurrente, un reduccionismo inaceptable, un producto de consumo mediático-político que procura satisfacer las “legítimas” expectativas del “pueblo”. Es decir, a la clase media propietaria que se siente amenazada con estos pibes que “salen a robar y a matar”. Desde la entraña de aquellos sectores medios, que otrora portaban cacerolas preocupados tan sólo por la defensa de su patrimonio mientras once millones de argentinos se hundían en la pobreza, surge ahora este neofascismo que reclama y proclama el linchamiento social de quienes –se supone– son los responsables de esta parcialidad delictiva. No importa la inseguridad habitacional, alimentaria, sanitaria, educativa o laboral. Eso es cosa de pobres, estos enemigos reales o potenciales que amenazan “nuestra” seguridad personal. Estos sectores marginados no se identifican con su reclamo: quien no tiene nada que perder, nada tiene que temer. Tampoco importa la delincuencia de guante blanco, la criminalidad política o el narcotráfico, mientras no trasponga la reja de “nuestro” jardín.
Son estos sentimientos individualistas los que terminan legitimando la implementación de políticas de corte represivo y de abandono social, que derivan en violencia sistémica o estructural hacia los sectores más vulnerables. Es de esperar entonces que aquellas políticas desarrolladas en las últimas décadas derive en episodios de violencia interpersonal, porque –como es sabido– la violencia engendra violencia. En esta ocasión, el debate público ha centrado su análisis en la órbita del derecho penal, desde donde se intenta brindar una solución punitiva al creciente reclamo de seguridad. Si embargo, esta situación constituye tan sólo un epifenómeno de una realidad social mucho más compleja que nos negamos sistemáticamente a reconocer.
Es preciso advertir que los países cuyos indicadores sociales revelan profundas desigualdades, poseen elevadas tasas de criminalidad. En el caso de América Latina, las estadísticas oficiales y las investigaciones de expertos corroboran una tendencia ascendente a partir de la década del ‘80 que coincide cronológicamente con el deterioro social derivado de la aplicación de las políticas económicas del Consenso de Washington, con un evidente abandono del Estado de Bienestar.
A fin de apartarnos de esa parcialidad reductiva, la primera labor que se impone, es “descriminalizar” la situación, tarea que se presenta un tanto difícil si tenemos en cuenta el constante fogoneo de los comunicadores sociales, del poder político y de algunos penalistas, que han monopolizado el debate. Habrá que esperar entonces la modificación de la ley que disminuya la edad de imputabilidad de los jóvenes, aunque más no sea para demostrar que fue éste debate estéril e inoficioso, y enarbolar otro discurso, donde podamos hacernos cargo definitivamente, como sociedad y como Estado, de las consecuencias derivadas de la violencia estructural que hemos impartido a estos jóvenes nacidos en los ’90.

Sobre lo que puede pasar a los 16 años

Enviado por Gisela Carpineta el Sábado, 29/01/2011 - 23:23.
Año 3. Edición número 141. Domingo 30 de enero de 2011
Por Claudia Cesaroni, Centro de Estudios en Política Criminal y Derechos Humano
contacto@miradasalsur.com
Otra vez se discute qué hacer con algunos pocos adolescentes de 14 y 15 años que cometen delitos graves. Somos muchos quienes pensamos que es una mala idea introducir más personas, cada vez más pequeñas, en un sistema – el penal – que, como dice el criminólogo noruego Nils Christie, se especializa en repartir dolor. Hemos dicho que si hay niños que están donde no deberían – en la calle, con un arma, aspirando bolsitas, solos, fuera de la escuela, del club o de la canchita – es porque muchos adultos, y principalmente el Estado, no están donde tienen que estar. Y hemos concluido que, donde no aparece a tiempo el Estado social, irrumpe – tarde y mal – el Estado penal, con sus policías y cárceles.
Mientras discutimos, no podemos olvidarnos de jóvenes a los que, a los 16 años, les han pasado cosas muy graves, que el Estado debe reparar. Lucas Matías Mendoza tenía 16 cuando, hace catorce años, fue detenido por varios hechos graves. Luego, en abril de 1999, fue condenado a prisión perpetua por el Tribunal Oral de Menores Número 1 de la ciudad de Buenos Aires, junto con Claudio David Núñez, que tenía 17 al ser detenido, también en enero de 1997.
En otra causa, César Alberto Mendoza (sin relación de parentesco con Lucas), también fue condenado a prisión perpetua por delitos cometidos antes de los 18 años. Todos ellos eran niños, conforme la Convención sobre los Derechos del Niño, y por lo tanto no se les podía aplicar la misma pena que a un adulto.
En la provincia de Mendoza, otros tres jóvenes fueron condenados del mismo modo por la Cámara Penal de Menores. Uno de ellos, Ricardo David Videla Fernández, apareció colgado en una celda de castigo el 21 de junio de 2005. Tenía 20 años.
En junio de 2002 se denunciaron los casos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh). Hace dos meses, la Cidh afirmó que habían sido mal condenados y recomendó al Estado revisar las sentencias, investigar las torturas denunciadas por varios de los jóvenes y la muerte de Videla Fernández e indemnizar a las víctimas, es decir, a los jóvenes y a sus familias.
Luciano Arruga también tenía también 16 años cuando desapareció hace dos años, el 31 de enero de 2009. Según denunciaron varios testigos en ese entonces, antes estuvo detenido en un destacamento policial de Lomas del Mirador, provincia de Buenos Aires. Pese a que ni un solo día dejaron de reclamar por él, la familia y los amigos de Luciano no han logrado que su ausencia sea investigada como una desaparición forzada.
Cinco jóvenes cumpliendo penas a prisión perpetua, pese a que se les repite hace años que esas condenas son ilegítimas.
Un adolescente desaparecido, luego de ser hostigado y detenido por la policía bonaerense. En lugar de diseñar nuevos castigos para chicos cada vez más chicos, es imprescindible resolver estas deudas pendientes: la libertad para los cinco condenados a prisión perpetua, la aparición con vida de Luciano Arruga.

La responsabilidad de chicos y adultos

Enviado por Gisela Carpineta el Sábado, 29/01/2011 - 23:24.
Año 3. Edición número 141. Domingo 30 de enero de 2011
Por Gabriel Lerner, subsecretario de Derechos para la Niñez, Adolescencia y Familia
contacto@miradasalsur.com
La Presidenta acaba de poner racionalidad en el exacerbado debate sobre la “imputabilidad” al señalar que “esto de la edad no es una política de seguridad”. Tomando distancia de discursos catastrofistas, Cristina Fernández ubicó las cosas en su verdadera dimensión. Y es que – si bien el debate sobre la edad de imputabilidad penal no puede regirse sólo por criterios cuantitativos – no debe perderse de vista que la incidencia de los delitos cometidos por adolescentes menores de 18 años no es de gran peso en nuestro país. En ese contexto, la de los menores de 16 años es escasamente relevante.
En la provincia de Buenos Aires – centro de la discusión –, durante 2009 se abrieron 637.189 causas penales en fiscalías de mayores, mientras que las iniciadas para investigar delitos cometidos por adolescentes fueron 28.939. Es decir: de todos los procesos abiertos, un 4,5% correspondió a menores de 18 años. De ese último universo, la participación de chicos menores de 16 no supera, a su vez, el 15%. Con relación a la cantidad de adolescentes privados de libertad en todo el país por imputaciones o condenas penales, la cifra ronda regularmente los 1.500 jóvenes de los que entre el 10 y el 15% tienen menos de 16 años. Los números no son soluciones, pero nos ubican en las dimensiones de los problemas.
Descartada terminantemente la idea de que la pena a un adolescente pudiera ser aplicada al solo fin de compensar el perjuicio sufrido por la víctima, cabe preguntarse si ampliar y endurecer el sistema penal juvenil puede resultar eficaz con fines de prevención general. Existe un muy amplio consenso social en sentido contrario. Afortunadamente es casi unánime la idea de que – en especial respecto de los más chicos – no hay mejor prevención que la inclusión social, educativa, laboral y familiar.
La definición de la edad de reproche penal debe determinarse, desde mi punto de vista, buscando que la intervención estatal que resulta del delito se oriente – con la mayor eficacia posible – a evitar que a futuro el o la joven incurran en nuevas transgresiones. No hay debates al respecto sobre la franja de 16 a 18 años: procesos con garantías, derecho de defensa y, de corresponder, penas sustancialmente diferentes a las de los adultos. ¿Ese objetivo de responsabilización mediante el proceso penal es también adecuado también para muchachos y chicas de 14 o 15 años? Ese es el debate y no otro.
El Comité de Derechos del Niño de la ONU – encargado de efectuar un seguimiento de la aplicación de la Cidn – recomendó a todos los países que considera encomiable que tengan como edad mínima los 14 o 16 años. Y recomienda no reducir esas edades mínimas donde ya estén establecidas.
Las recomendaciones del Comité sintetizan un conjunto de experiencias internacionales, cuyo fundamento es técnico pero también conceptual. Los adolescentes son progresivamente responsables por sus actos en la medida en que crecen y se desarrollan. Pero es el mundo adulto, nosotros, los que debemos hacernos cargo de las desigualdades, desamparos o violencias que aún atraviesan las vidas de muchos chicos y chicas. Pensemos seriamente en aquello de que nadie nace delincuente.

El estado actual de la hipocresía

Enviado por Gisela Carpineta el Sábado, 29/01/2011 - 23:19.
Año 3. Edición número 141. Domingo 30 de enero de 2011
Por Laura Musa, asesora General Tutelar porteña
contacto@miradasalsur.com
El ya reiterativo debate iniciado hace 13 años con el primer proyecto de Responsabilidad Penal Juvenil presupone una confrontación entre promover o no el cumplimiento estricto del derecho constitucional de acceso a la justicia y al debido proceso para los adolescentes que, entre los 14 y 16 años, sean imputados de un delito. Rechazan esta propuesta aquellos que prefieren mentirse sobre una realidad, que aquí y ahora, se está desarrollando frente a nuestros ojos. En la Argentina democrática hay unos 600 adolescentes menores de 16 años privados de libertad por “delitos” que nunca serán probados ni tendrán un debido proceso para defenderse, presentar pruebas, recusar testigos y apelar decisiones. Porque para una brutal hipocresía del lenguaje, conveniente para quienes quieren que todo siga igual, estos chicos son “no punibles”.
Se aprobó en el Senado un excelente proyecto de ley que debiera aprobarse en Diputados. Que sí sacaría a los adolescentes del oscurantismo de la protección y de la compasión sin reglas. ¿Por qué quienes se esconden en argumentos simplistas y falsos que les adjudican sólo a los adolescentes pobres la comisión de delitos, prefieren, para sí mismos, reglas constitucionales de procedimiento legal y para los chicos, “piedad” en institutos de menores, para cumplir condenas sin juicio previo? ¿Será que necesitan este estado de cosas para ejecutar programas de “reeducación” y llevar a delante un festival de “buenas” acciones que reproponen el denostado Patronato, mientras que para los adolescentes de clase media, la ley y los abogados obtienen la libertad inmediata planteando la ilegalidad de las medidas de privación de libertad?

La balada por esos nuevos enemigos bajitos

Año 3. Edición número 141. Domingo 30 de enero de 2011
Por Sebastian Hacher
delitosypesquisas@miradasalsur.com
Para construir un nuevo culpable al que achacarle todos los males sociales, los medios simplifican al máximo las tramas detrás de cada crimen resonante.
Como hace un mes fueron los inmigrantes y mucho antes los cuidacoches, el enemigo público número uno del momento son los llamados menores de edad: los niños. Conviene llamarlos así, como corresponde a toda persona que no cumplió los dieciocho años, para recordar de qué se está hablando. Esta vez, el linchamiento mediático de niños se desató luego del crimen sin dudas aberrante de Fabián Esquibel, asesinado delante de su hijo de once años. Esquibel se resistió a que lo asaltaran en su casa en Tolosa, y durante el forcejeo, uno de los ladrones le disparó con una 9 milímetros en la cabeza. El único detenido fue un adolescente de quince años, habitante de una villa de la zona e hijo de un hombre condenado por otro crimen. La policía encontró en su poder parte del botín y la 9 mm con la que en teoría ejecutó a la víctima. Quizá no sea casualidad que se trate del mismo tipo de arma de guerra que se utilizó en otros casos que desataron la furia mediática contra los niños en conflicto con la ley penal.
En abril de 2009, el asesinato del camionero Daniel Capristo desató una campaña en los medios para pedir la baja de la edad de imputabilidad. El acusado por el crimen, un adolescente de catorce años, le disparó a Capristo casi una decena de balas con una pistola 9 milímetros porque la víctima se resistió a entregarle su auto. Miradas al Sur contó cómo el niño que cometió el crimen era en realidad un peón dentro del esquema de robos de autos en la zona, una red digitada por adultos en la que participaban policías en actividad.
Algo similar pasó con el ingeniero Ricardo Barrenechea, asesinado durante un asalto en su casa en octubre de 2008. En ese caso los adolescentes que fueron detenidos develaron que eran la mano de obra de una mafia policial que reclutaba adolescentes en La Matanza para ir a robar casas en San Isidro. “La policía nos tiene con un arma en la cabeza”, dijo sin saber que lo estaban grabando Kitu, uno de los principales acusados del crimen. Varios testigos también describieron cómo la policía garantizaba el transporte y la logística necesaria para los asaltos.
Pero si algún caso dejó claro el rol de los mayores en los crímenes cometidos por niños, ese fue el caso de Santiago Urbani, asesinado de un tiro en la sien el 10 de octubre de 2009. Por su homicidio fueron encontrados culpables dos adolescentes, pero el tribunal decidió aplazar las condenas hasta que cumplieran 18 años. El fallo generó polémica e incluso se amenazó con pedir un juicio político contra los magistrados, que no hicieron más que respetar garantías constitucionales.
La clave del caso quedó relegada frente a esa furia mediática contra los jueces. Varios de los testimonios que se escucharon durante el debate oral hablaron del cuarto hombre que había participado del asalto, un soplón policial de 43 años llamado Oscar Alberto Pérez Graham. Especializado en el robo de autos, Pérez Graham solía jactarse de conseguir zonas liberadas en la zona norte del conurbano, gracias a su amistad con varios comisarios. En los últimos tiempos había sumado a esas especialidades la de reclutador de adolescentes. “Un señor pelado les dijo a los pibes si querían ir a robar; ellos no querían ir, pero él se los llevó a tomar droga y no volvieron más”, señaló un testigo durante el juicio, en el que también se supo que en la noche en la que Urbani fue asesinado, el propio Pérez Graham llevó a los adolescentes hasta Tigre. Pero mientras los jóvenes cayeron presos, él siguió con su vida normal. El 20 de octubre de 2009 fue detenido por efectivos de la comisaría de Garín y enseguida fue liberado, aunque sus captores sabían que era buscado por el caso Urbani. Desde entonces vivió en la zona de Escobar sin tomar mayores recaudos. Recién fue detenido cuando luego del juicio su nombre quedó en el centro de la escena.
Para convertir a los niños en depositarios de todo mal social, hace falta limar esas tramas complejas hasta convertirlas en titulares simplistas e incluso falsear la información. La Nación publicó el miércoles pasado un artículo titulado “Menores cometen el 15% de los crímenes”. Para el diario, ese dato justificaría la baja en la edad de imputabilidad a 14 años. Pero la información no es cierta. Más allá del título engañoso – la estadística se refiere a los asesinatos en particular y no a los crímenes en general –, el porcentaje tampoco es real. Los números que citó La Nación son los que publica la Procuración de la Suprema Corte Bonaerense para el primer semestre de 2010. Allí se informa que se abrieron 87 causas contra menores de 18 años sospechados de asesinato y que lo mismo se hizo con 564 adultos. En otras palabras, sobre 651 investigados por asesinato, 87 son adolescentes. La cuenta es sencilla: el 13% de los acusados son menores de 18 años. Un 2% menos de lo que dice La Nación.
El porcentaje que maneja la provincia es igual al que publicó la Dirección de Política Criminal del Ministerio de Justicia para todo el país para 2009. Ninguno de los dos informes señala cuántos de esos menores tenían menos de 16 años al momento de ser acusados. Al menos en el caso de la Dirección de Política Criminal, esto tiene una razón sencilla. Si un menor de 16 años comete un crimen, al no ser punible no se lo considera en la estadística. Esa podría ser la segunda mentira de La Nación: usar los datos de mayores de 16 años para decir que hay que condenar a los menores de 16. La verdad es que el único organismo que incluye a los niños de 14 y 15 años en los números sobre asesinatos es Naciones Unidas. Según sus datos sobre la Argentina, sobre 1.900 homicidios anuales sólo el 10% serían cometidos por adolescentes, y de esos apenas el 1% tendría como autores a jóvenes de 14 y 15 años.
Pero ese no es el problema central de lo que plantea el artículo. Lo más grave es que asegura que ese 13% de menores son responsables de asesinato, cuando la estadística que cita se refiere a investigaciones penales abiertas y no a sentencias. En nuestro país, el régimen penal se basa en que uno es inocente hasta que demuestre lo contrario. Considerar a un sospechoso culpable antes de ser juzgado responde a una lógica bien clara. Ni siquiera es algo moderno. Cuando se hizo la Ley de Patronato, se la pensó como una norma contra los niños que trabajaban de canillitas y se hacían anarquistas. En las calles de Buenos Aires había unos 15.000 de ellos. Durante 10 años, Luis Agote batalló para votar la ley para encerrarlos. Esos niños, decía, “constituyen un contingente admirable para cualquier desorden social siguiendo por una gradación sucesiva de esta pendiente siempre progresiva del vicio, hasta el crimen, van a formar parte de esas bandas anarquistas”. La mayoría tenía entre 9 y 12 años. La propuesta de Agote era recluir a 10 mil de esos niños en la isla Martín García. Algo que a muchos les gustaría volver a proponer.

 

sábado, 29 de enero de 2011

Panorama Nacional: La oposición y el cambalache

Por Ricardo Foster.
La oposición es una corte de los milagros en la que nadie logra, sin embargo, convertirse en el mejor exponente del alma bizarra que parece expresar con una elocuencia inusitada a todos aquellos que desearían, impulsados por la corporación mediática, enfrentarse a un oficialismo que parece contar con el caballo del comisario. Tan escasa y raquítica es la oposición que al propio gobierno le basta con seguir gobernando para garantizarse lo que, a esta altura, pareciera anticipar un cómodo triunfo en octubre. Incluso están los que sugieren que con simplemente hacer la plancha alcanza para dejar bien atrás a unos adversarios que no logran despertar ningún entusiasmo al mismo tiempo que no saben dónde buscar los argumentos que les abran una cierta simpatía pública.

De todos modos deberá cuidarse, el gobierno, de esos consejos demasiado triunfalistas que pueden ser portadores de un complicado empantanamiento. Nada mejor, para sostener las expectativas de triunfo, que seguir haciendo lo mejor que se hizo hasta ahora y más. Sabiendo, también, que siguen quedando importantes deudas sociales sin cancelar, deudas que se pusieron de manifiesto durante los últimos meses del 2010 en zonas especialmente vulnerables de la vida popular. El gobierno debe saber que la profundización de lo realizado hasta ahora supone eludir la tentación de dejarse llevar por la inercia triunfalista que, en estos casos, suele ser una pésima consejera. Pero también sabe que en la Argentina la disputa por el poder no suele desplegarse sin situaciones agonales y conflictivas.

Demasiado atrincherados en trifulcas interminables, incapaces de construir un discurso creíble o simplemente enfrascados en internas laberínticas que promueven todos los días un nuevo candidato, las fuerzas opositoras navegan por un mar tormentoso que amenaza con llevar al naufragio a más de un supuesto candidato, incluso a alguno que, no hace mucho, se creía el gran elector o, aquel otro que, subido al supuesto carro triunfal de la traición (llevado en andas por las rutas argentinas después de ejercer su “derecho” a quebrar su acuerdo de origen y la función que le otorgó su investidura constitucional), contempla horrorizado como dos figuras, Alfonsín Jr. y Sanz, antes menores o ausentes, le roban su preciada candidatura para devolverlo al anonimato del que nunca debería haber salido. El partido de Alem e Yrigoyen hace tiempo que extravió sus antiguos orígenes populares dejándoles a los herederos de Alvear la dirección de una fuerza política cada vez más conservadora. Sus originarias intensidades democráticas han menguado al calor de su plegamiento a los intereses del poder económico concentrado. Ni siquiera resulta creíble el discurso seudo socialdemócrata del hijo del padre que busca, con desesperación digna de mejor causa, parecerse en todo a su progenitor. Hace mucho tiempo que el radicalismo abandonó, si alguna vez la tuvo, la idea de una sociedad más igualitaria.



Por otro lado, la eterna pitonisa de catástrofes nunca cumplidas, la profetisa del Apocalipsis, después de hacer estallar todo tipo de alianzas y de devorarse a sus colegas en cenas pantagruélicas, ha decidido, cual Juana de Arco de los intereses más reaccionarios, montar su propio circo, elegir sus candidatos en el interior de su menguada fuerza política, e iniciar su periplo veraniego (habrá que recordarle que Punta del Este queda del otro lado del Río de la Plata y que pertenece a Uruguay, no vaya a ser que concentre su campaña exclusivamente en ese balneario tan fino y exclusivo, de esos en donde efectivamente no se puede hacer clientelismo porque no hay pobres a la vista, aunque sí se pueden hacer otros regalos, de los que siempre se han hecho, a los dueños de las riquezas para que sigan siendo todavía más ricos).

Todavía sin definirse, tratando de superar la feria de vanidades que suele atacarlos insistentemente como si fuera un acné juvenil, los llamados “progresistas” no saben muy bien de qué modo ser representantes de los intereses populares cuando no han hecho otra cosa, en los últimos tiempos, que aliarse con la más rancia derecha a la hora de intentar frenar casi todas las iniciativas progresistas del gobierno nacional. Alguno recorre, con insistencia digna de mejor causa, todos los programas de la televisión basura llevando su sonrisa a cuestas y sus frases de resonancias bíblicas mientras quienes lo suelen entrevistar se ríen por lo bajo disfrutando de tan inesperado aliado (lo recuerdan, tal vez, de las épocas en las que hacía películas clandestinas contra aquellos mismos que están detrás de la escena y que son los verdaderos dueños del poder). Los socialistas, como casi siempre en la historia nacional, juegan contra el arco de aquellos a los que dicen defender y, de modo imperturbable, siguen sosteniendo los intereses de la mesa de enlace y de las grandes cerealeras que han hecho de Rosario, y de sus puertos, su país privado. Poco y nada habría que agregar de aquellos otros supuestos portadores de tradiciones revolucionarias que terminaron aliándose, de un modo grotesco, con los terratenientes (todavía recordamos como flameaban sus banderas rojas, para vergüenza de la gran tradición de la que dicen provenir, al pie del monumento a los españoles y rodeados de señoras y señores de los barrios más conchetos de Buenos Aires).

Es una dura paradoja de la historia contemporánea que ciertos sectores enraizados en movimientos populares no se descubran como parte, incluso desde una crítica por izquierda, de un gobierno que ha venido, después de décadas, a reabrir las puertas de un proyecto emancipatorio. Carencia que entusiasma, como siempre, a las fuerzas conservadoras y que pone en evidencia una debilidad que también involucra al oficialismo allí donde no ha sabido, no ha querido o no ha podido incorporar un espectro más amplio de aliados para fortalecer el proyecto popular.

Al peronismo (sic) federal la cosa no le resulta tampoco sencilla. Felipe Solá no ha salido todavía de su pasmo ante tanto pueblo reunido para despedir a Néstor Kirchner (un último resto de sinceridad lo llevó a pronunciar una frase de la que es muy difícil luego arrepentirse: “si en esta Plaza de Mayo están estas multitudes acongojadas, los equivocados debemos ser nosotros”… pobre Felipe que se creyó, cual príncipe heredero, ser el elegido). Francisco de Narváez no sabe cómo regresar a una escena que ya casi no lo recuerda (sus incontables arcas tendrán nuevamente que destinar una parte de sus “ahorros” para financiar a un ejército de asesores, encuestadores, publicistas y afines para rearmarle su entretenimiento con la política, su deseo caprichoso de ser, al menos, gobernador de la provincia de Buenos Aires). Eduardo Duhalde, mientras tanto, sigue jugando el juego que más conoce pero que está algo chamuscado: la conspiración unida a la retórica de “déjenme a mí que les garantizo el orden”, “soy el mejor piloto para navegar en medio de la tormenta”, etc. Sus chances, siguiendo una compulsa electoral genuina, son parecidas a las que tiene All Boys de contratar a Messi para que juegue con Orteguita. En todo caso, este sector expresa la metamorfosis neoliberal de un sector del peronismo lo suficientemente grotesco como para reunir, bajo un mismo paraguas, a los Rodríguez Sáa, señores feudales con pretensiones de jugar en las ligas mayores (cuando les tocó, por azar, el turno se fueron directamente al descenso), a un eterno conspirador amante de la mano dura y de las grandes corporaciones, junto con personajes menores que sueñan con llegar a una meta que se les diluye rápidamente como Das Neves o el propio Solá. Reutemann, más pícaro, se corrió a tiempo pensando, tal vez, en seguir siendo la esperanza blanca del conservadurismo neoperonista.

Apenas sólo por el lado de una derecha fashion y cool (pero que a la hora de la verdad ha mostrado su rostro reaccionario y racista) es que aparece una posibilidad menor de disputar electoralmente. De una derecha, que hoy gobierna pésimamente la ciudad, pero que cuenta con el aval de los grandes medios de comunicación. De una derecha, la macrista, que responde con mayor elocuencia a lo que desea el poder económico aunque casi todo lo que hace no suele rendirle los frutos esperados. De una derecha que depende de las artes mágicas de Durán Barba o de alimentar el fuego destructivo del peor de los racismos mientras sólo tiene para exponer de su gestión de más de 3 años cientos de baches arreglados, más de una vez, con osada insistencia al mismo tiempo que la salud, la educación y las viviendas muestran la realidad de un proyecto que mezcla sin disimulos incapacidad estructural con la avidez nacida de proyectar y realizar negocios privados con bienes públicos. Ese ex niño rico que tiene tristeza porque su padre no lo quiere, se ha convertido en al esperanza blanca del grupo Clarín y de los vecinos de Barrio Norte. También, y para vergüenza de algunos sectores populares, ha encarnado el prejuicio xenófobo y racista y se ha convertido en la fuerza “restituidora de la pureza argentina”, en el portador de una retórica que fácil y rápidamente puede desembocar en el cualunquismo fascistoide cabalgando sobre los miedos y los odios de sectores medios bajos, que arrastran sus propios problemas y sus carencias, y que proyectan su resentimiento hacia quiénes son más pobres y vulnerables que ellos. El poder lo sabe y actúa en consecuencia.

Mientras la oposición sigue su lanza de los lobos hambrientos devorándose entre todos, los que han vuelto al centro de la escena pero con balas de fogueo porque la munición gruesa hace tiempo que se les acabó, son nuestros gauchócratas, los 4 jinetes del Apocalipsis agropecuario, aquellos que anunciaron con intachable certeza que no iba a haber más leche, ni carne, ni trigo ni maíz y que la pampa húmeda se iba a convertir en el desierto de Gobbi.

Como una farsa de sí mismos y en medio de una bonanza inocultable creen que segundas partes pueden ser buenas. Ni siquiera la buena voluntad de sus periodistas aliados y de sus cadenas nacionales de radio y televisión más la prensa gráfica adicta pueden volver a posicionarlos. Ya nadie parece creerse, como en el 2008, el mito del “campo”.

Al gobierno le cabe la responsabilidad de seguir gobernando y de hacerlo profundizando todas aquellas medidas que terminaron por transformar a la oposición –política, económica y mediática- en una tienda de los milagros que no sabe a dónde ir ni con quién. Y deberá tener cuidado del contagio, de esa peste que suele asolar a las fuerzas políticas cuando se olvidan qué es lo importante y qué se debe defender. Por esas paradojas de la actualidad argentina, tal vez sus verdaderos adversarios estén en sus propias filas. La democracia saldría robustecida si, de cara a los cruciales comicios de este año, pudiéramos asistir no a enfrentamientos estériles o a provocaciones destituyentes, sino a un genuino debate que logre expresar lo que está en juego en este tiempo argentino. 

“Año del Trabajo Decente, la Salud y Seguridad de los Trabajadores”

El Poder Ejecutivo declaró el 2011 "Año del Trabajo Decente, la Salud y Seguridad de los Trabajadores", que constituye un objetivo prioritario del Gobierno, por lo que considera que es necesario redoblar los esfuerzos para la efectivización de las políticas ya previstas en la normativa laboral.
Por Decreto 75/2011, publicado hoy en el Boletín Oficial, se declara el “Año del Trabajo Decente, la Salud y Seguridad de los Trabajadores” al año 2011.

Por ello se dispone que durante el Año 2011, toda la papelería oficial a utilizar en la Administración Pública nacional, centralizada y descentralizada, así como en los Entes autárquicos dependientes de ésta, deberá llevar en el margen superior derecho, un sello con la Leyenda “2011 - Año del Trabajo Decente, la Salud y Seguridad de los Trabajadores”.

Además el Poder Ejecutivo auspiciará las actividades, jornadas, seminarios, conferencias, y programas educativos que contribuyan a la difusión en el país del concepto de trabajo decente y de la prevención de los riesgos del trabajo, pilares sobre los que se asienta la Salud y Seguridad de los trabajadores.

Se instruye a las dependencias de la Administración Pública Nacional con competencia en la materia, y especialmente al Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social para que a través de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (S.R.T.), entidad con competencia específica en la materia, procedan a priorizar la promoción de las actividades en el cumplimiento de sus objetivos para el Año 2011.

Se invita a los Gobiernos Provinciales y al de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a adherir al Decreto, que lleva la firma de la presidenta Cristina Fernández, el jefe de gabinete, Aníbal Fernández y el ministro de Trabajo, Carlos A. Tomada.

En los considerandos expresa que a nivel mundial y a través del Programa de Trabajo Decente auspiciado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se ha instaurado el concepto de “trabajo decente”, el que fuera formulado por los mandantes del citado organismo —gobiernos y organizaciones de empleadores y trabajadores— como una manera de identificar las prioridades de dicha organización.

Tal concepto –agrega- se basa en el reconocimiento de que el trabajo es fuente de dignidad personal, estabilidad familiar, paz en la comunidad, democracias que actúan en beneficio de todos y crecimiento económico, que aumenta las oportunidades de trabajo productivo y el desarrollo de las empresas.

Dice además que la OIT estima que el objetivo general del trabajo decente es provocar cambios positivos en la vida de las personas a nivel nacional y local, reflejando las prioridades de la agenda social, económica y política de los países y del sistema internacional.

El citado organismo ha señalado –agrega- que en un período relativamente breve, el concepto de trabajo decente ha logrado un consenso internacional entre gobiernos, empleadores, trabajadores y la sociedad civil, estimándose que es un elemento fundamental para alcanzar una globalización justa, reducir la pobreza y obtener un desarrollo equitativo, inclusivo y sostenible.

Luego señala que constituyen objetivos prioritarios para el Gobierno Nacional dar solución a la problemática vinculada con la seguridad y la salud de los trabajadores y promover el trabajo decente entendido en el marco conceptual antes referido. Para el logro de tales cometidos, se considera necesario redoblar los esfuerzos normalmente requeridos para la efectivización de las políticas ya previstas en la normativa laboral vigente.

En tal sentido expresa que se ha celebrado un acuerdo para implementar en la República Argentina la Estrategia Iberoamericana de Salud y Seguridad en el Trabajo, mediante el Convenio del Ministerio de trabajo, del 27 de abril de 2010, suscripto por los representantes de la Confederación General del Trabajo (CGT), la Central de los Trabajadores de la Argentina (CTA), la Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras, de la Organización Iberoamericana de la Seguridad Social, de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo y del Ministerio de Trabajo.

A través de dicho Convenio –dice la resolución- se pretenden desarrollar acciones conjuntas para la implementación en la Argentina la “Estrategia Iberoamericana de Salud y Seguridad en el Trabajo 2010 - 2013” y de su “Plan de Acción”.

Por tal razón se declara el año 2011 como el del trabajo decente, con el fin de destacar las labores que se desarrollan en materia de Promoción de Trabajo Decente, de la Salud y la Seguridad de los Trabajadores, tanto a nivel nacional como internacional. También para avanzar en la mejora de la cultura preventiva, reforzar los Organismos nacionales de inspección y control, e incrementar la cooperación y colaboración regional en la materia.

jueves, 20 de enero de 2011

Resurrección de Francis Bacon

Prof. Carlos Galano

A mis compañeras y compañeros de la Escuela
De Educación y Formación Ambiental Chico Mendes. Rosario.

A mis compañeras y compañeros del Centro de Saberes
Y Cuidados Socioambientales de la Comarca del Agua, de Argentina

El verano calenturiento de 2011 enardece  las incendiadas tierras solariegas del país,  convulsionado por la visibilidad de cientos de compatriotas, la mayoría santiagueña, reducida a condiciones de esclavitud, y condiciones serviles de trabajo. Esa intolerable forma de explotación, implementada por  patrones del campo y empresas multinacionales, en algunas propiedades de la región bonaerense de Ramallo, San Pedro, Baradero, donde en poco tiempo se realizará la Expoagro, vidriera fastuosa de los agronegocios, es el banal lenguaje del dominio que se reproduce en otras provincias,  que se expande cómo metástasis del mal, revelando, sin tapujos, la ideología de pillaje del Modelo Productivo Agrario centrado en el Latifundio Genético.

La resurrección  de condiciones esclavistas de producción, impuesta por multinacionales como Nidera y empresarios integrantes de algunas de la cuatro organizaciones del sector, Sociedad Rural, Federación Agraria, Coninagro y CRA, confluyendo todas en la Mesa del “DES_ENLACE”, expresan como nunca, la idea de esconder la profundidad de la colonialidad del poder y concentración de la riqueza, en la superficie vidriada y resbaladiza, con el espesor del vacío, sin lenguajes diversos, labrada  por la patología del olvido, de una alianza retroalimentadora entre “Poder Rural- Poder Mediático Hegemónico.

 Existen antecedentes recientes y de larga data, cómo luego explicitaremos, para comprender la subsistencia en la actualidad de una tragedia travestida en parodia de la historia.  Podemos recordar, entre otros, la sanción del Estatuto del Peón Rural en 1944, o  la rebelión patronal agraria de 2008, cuando se opusieron a la 125, o del modo en que se manifiestan por estas mismas horas veraniega del 2011, en el que sin eufemismos, cuando son reporteados por la prensa o en los comunicados que divulgan, nos anonadan con la versión ritualizada  y salvaje del cortoplacismo de mercado, saturnismo generalizado como progreso infinito.  Cuya única finalidad es la ganancia extrema sin contemplaciones. Esta ideología que tiene la vejez del iluminismo y la Racionalidad Instrumental, revestida para la ocasión con la exacerbada voracidad del neoliberalismo, es común a todos los integrantes de la Mesa de En-lace, tal como lo revela el Sr. Rivolti, ex integrante de la Federación Agraria, el hilo conductor es el agronegocio, unificador y articulador, más allá de que cada integrante cumpla un rol matizado con lo mismo.
  
Saturados ante la patética farsa de la patronal agraria, los diversos sectores sociales, que no el establischment de marras, parecieran ver que la realidad se mueve al son de un juego de espejos, dónde por una parte se mueven sombras dantescas de una esclavitud ahistórica, y por la otra, con una velada apariencia neblinosa, contrastan las fatalmente falsas promesas de los productores agrarios y sus acólitos ramplones, de promover el Progreso Fáustico Moderno, y que nunca podrán ser otra cosa que el penoso lenguaje de la desesperanza, la depredación y la dominación. El discurso de los agraristas, ahora estalla como una sinfonía  inconclusa de la Metafísica de la Ilustración, pues de allí vienen sus genes economicistas, ahora aggiornados en su versión desbordada de exilios y contaminación, travestidos de ese modo en tan actuales y modernos, pero que hacen visible  las tintas envenenadas con las que escriben el dolor de la exclusión, la pobreza y la concentración de la riqueza.  

Repentinamente en Argentina, país donde los periodistas “independientes”,  se auto adjudicaron la función de ser los tábanos del poder, sus voces interpelantes quedaron reducidas a silencios o balbuceos incomprensibles, subyugados por los cantos de sirenas de los patrones agrarios y mediáticos, sus  auspiciantes y mandatarios, fatalmente convertidos  en ciegos y sordos comunicadores, incapaces de relatar en toda su tragedia, el acontecimiento inédito en la historia de los tiempos: la resurrección de uno de los padres fundadores del liberalismo y de la ciencia experimental, del método inductivo, que exiliara la complejidad y la interrelación a tierras inhospitalarias:  Francis Bacon.


 Francis Bacon,  que fuera Ministro de Hacienda de Jacobo I y luego juzgado por robar las arcas de la corona, escribió “la naturaleza  debe ser acosada en sus vagabundeos, sometida y obligada a servir, esclavizada, reprimida con fuerza, torturada hasta arrancarle sus secretos”. Consideraba a la naturaleza como una Mujer Pública (prostituta, puta), una mera cosa mercantil que debía ser puesta en condiciones de producir, mediante una mano de obra sometida a la misma cosificación. Francis Bacon quien desterró de la racionalidad moderna a la antigua Poiesis ya devenida en poesía, y la expulsó al territorio de las “Fantasías”, impone como único sentido el sinsentido, tal como lo expresan los exponentes de la Mesa Desenlazada. Por eso, cómo dice  René Tatón,  “Desde Bacon y autores posteriores, puede seguirse paso a paso esta epistemología asombrosa marcha que acabará por invertir el sentido de las palabras clave de toda”. Construyendo un conocimiento que desconoce al conocimiento y que está en el origen de la catástrofe de estos tiempos, Crisis Ambiental le decimos en términos latinoamericanos, tan bien alimentada por el minoritario sector de los “dueños de la tierra” que concentró la riqueza.

Francisco Bacon, el que decía que había que expulsar a los mitos, ha resucitado y reencarnado en los cuerpos de los dirigentes de la Mesa de Enlace. Pronuncian sus mismas palabras, expresan las mismas concepciones economicistas, y practican la propia e insana visión sobre la naturaleza y el ser. La naturaleza cosificada está al servicio del productivismo insaciable, ahora con el uso indiscriminado de agrotóxicos genocidas. En la campaña agraria anterior sobre el suelo común de los argentinos, se derramaron 170 millones de litros de glisfosato, reduciendo el trabajo  a condiciones insalubres inéditas, dónde la vida dejó de ser vida, tal como lo indica el inenarrable horror de los niños convertidos en Niños Bandera.

El productivismo agrario, con primacía de la sojización antiecológica, en franco avance exponencial de sus fronteras, ha quedado en penumbras,  alentado por la ceguera de tantos y los silencios de muchos, especialmente los medios de comunicación hegemónicos y sus periodistas estrellas, que sólo atinan a voltear la mirada ante la depredación y exterminio natural, tapándose las narices del olfato y del pensamiento, para no respirar el humo neblinoso y nauseabundo generado por el incendio de la dignidad de los trabajadores.

 Bacon resurrecto, reencarnado en los mensajeros de las organizaciones patronales, también ha dejado en la intemperie, otro mandato antiguo del Liberalismo y la Racionalidad Instrumental, y que es el sostén ideológico del Poder Concentrado de los Patrones Rurales,  dueños de vidas y haciendas: el Derecho Positivo. El Derecho Positivo se edifica con las columnas sacrosantas del individualismo y la propiedad privada. La Santa Propiedad Privada de los estancieros, que no puede ser hollada, ni siquiera, aún, por los propios resortes legales del Estado, como los vimos por estos  días, cuando se intentó hacer controles conferidos por las leyes, sobre las relaciones laborales de sus empresas. Se resisten, a como dé lugar, incluyendo  amenazas de encierro y de muerte a los agentes estatales. Es que los patrones agrarios han bebido los conocimientos desconocedores de la complejidad y son fieles devotos de pensadores reduccionistas como Mario Bunge, poniendo en acto aquellas ideas que plantea: “amansar y remodelar a la naturaleza sometiéndola a sus propias necesidades”. Y así lo interpretan, amansan y rediseñan a la naturaleza ecosistémica y a la naturaleza humana.

Pareciera, también, que  los patrones agrarios se sienten depositarios de un mandato misional, nacido con la propia conquista de América. En el siglo XVI los invasores europeos del renacimiento se encuentran con una realidad que los subyuga y encandila, y enciende la mecha inextinguible del deseo de explotar y dominar. Como a Hernán Cortés al llegar a Tenochtitlán, la capital del Mundo Azteca. Una ciudad fascinante, habitada por  un millón de habitantes, con una organización territorial impensada para el europeo de la modernidad recién inaugurada.  Ante el sorprendente mundo que se le presentaba Cortez exclama: “es la región más transparente del aire.”.  Siglos después, Carlos Fuentes, escribe una de las obras cumbres de la literatura latinoamericana y que no podemos desconocer, si queremos profesar el profundo sentido latinoamericanista emancipador: La Región más Transparente.

Iniciada la conquista de América, para nosotros Abya Yala, inescrupulosamente se desata un torbellinezco  proceso de pillaje y explotación. Pero se presentan algunos problemas que no estaban en la órbita del imaginario eurocéntrico y cristiano. La inmensidad de este continente y sus millones de pobladores, luego  estimado en cerca de 100 millones. Esa cuestión será resuelta, en principio, por el papa Alejandro VI, quién dividió estas tierras por el tratado de Tordesillas, entregando la mayor parte a España y el resto a Portugal-Este papa tan pródigo, era español, su apellido Borja lo transforma en Borghia para acceder al pontificado, y su vida personal confirma esa prodigalidad, pues poseía varias esposas e hijos.

Luego, al ombligo del mundo se le plantea otra insospechada preocupación.  Qué y Quienes eran estos millones y millones que habitaban las nuevas tierras? Tan cobrizos, tan extraños, con un hablar ininteligible, tan sanos y esbeltos, adoradores idólatras de dioses inauditos, y de apariencia verdaderamente humana. La primera definición de la corte papal fue que carecían de alma.

Comienza un debate enardecido que sufre un imperceptible giro en el  pensamiento autocentrado y discriminado. Se admite que los indios tenían alma, pero que se encontraban en estado  de infantilismo y por lo tanto debían ser educados y protegidos, con el fin de que pudieran realizar su pleno crecimiento y salvación. El  cuidadoso método consistió en encomendarlos a los nuevos dueños, los europeos, convertidos en hacendados terratenientes, la mayoría, otros en mineros,  con la misión salvífica de que fueran mano de obra en el proceso productivo de pillaje. Esa misión salvífica  sé encarnó en relaciones de producción ancladas en la sumisión cuasi esclavistas. Una de esas formas, no la única fue la Encomienda. Este modelo de explotación y de organización social y económica deja una marca indeleble en la piel de la historia y de la tierra latinoamericanas, al punto tal que todos los linajes colonialistas posteriores, inclusive después de la independencia, el verdadero poder económico de los latifundistas, núcleo duro de la matriz que traicionara el mensaje de los padres fundadores de la independencia, es permeado por esa concepción dominadora inaugural. En nuestro país esa colonialidad del Poder y del Ser, se expresa en la “Conquista del Desierto”, genocidio comandado por el Gral. Rocca, y también en la Campaña del Chaco, que inaugura un proceso territorial con la desterritorialización de la diversidad cultural y una geografía política y económica basada en la homogeneidad de la visión occidental eurocéntrica.

Cuando en 1944 se sanciona el Estatuto del Peón de Campo, y se le reconocen a los trabajadores rurales derechos básicos y humanos en sus relaciones contractuales, la Sociedad Rural, uno de los integrantes del cuarteto del “des-enlace”, da a conocer un documento de feroz oposición a lo dispuesto por la Secretaría de Trabajo,  dónde reivindica toda la tradición de relaciones paternalistas, de inferioridad, ratifica la idea de seres de segunda categoría Parecería que ahora mismo, esa idea tiene vigencia incontrastable y está naturalizada en el mensaje anestesiador de los Medios Hegemónicos de Comunicación. Una de las inefables locutoras del poder Mediático, y que codifica sin repugnancia la voz del amo, allá, cuando la rebelión de los patrones oponiéndose a la vigencia de las Retenciones, arrinconaron al país y al gobierno democráticamente elegido por la ciudadanía, en el borde mismo del abismo, cuando se realizaban las concentraciones de apoyo, comentaba que quienes participaban  eran “gente como uno”, ¿dónde quedaríamos nosotros que somos como todos? Esa misma voz, cuando hace unas semanas, en la ciudad de Buenos Aires, se produjeron las ocupaciones de Sodati y el  parque-basural Indoamericano, resonó con el discurso de que los ocupantes eran personas e inmigrantes de segunda categoría. Todavía, para estos grupos concentrados de poder y sus mensajeros, las bulas papales del siglo XVI, seguirián vigentes.

 La  crisis contemporánea fondea en el puerto desmesurado de la promiscuidad tecnocientífica, alentando una voracidad socioeconómica y política infinitas, lo cual, a pesar de tanto informe y estadística confusa y maliciosa, comienzan a mostrar, cómo   en el  último tercio del siglo XX los signos inconfundibles de su irreversible  declinación, allí se encuentra el rostro iluminado por la oscura razón modernizante, y en esa luz mortecina consiste al rediseño del mundo globalizado por el Neoliberalismo. Del que los agronegocios se constituyen, junto al capital financiero y el capital inmobiliario, en uno de los pilares insustentable. Tanto en el mundo, como en nuestros países latinoamericanos esa cosmovisión sólo ha producido concentración jamás vista en la historia. Según el PNUD, hacia el 2.000, las 225 personas más ricas de la tierra acumulaban una riqueza mayor a la  poseída por 2.500 millones de seres, tendencia en aumento. Esa desigualdad excluyente, incluye un fenómeno de centrifugación descomunal, por donde se evaporan la biodiversidad natural, la diversidad cultural y se desvanece el sentido de la vida y la justicia, ante el altar erigido con el fango contaminado del Neoliberalismo. Una de las vertientes enriquecedoras de la desigualdad se centra en los Agronegocios.

Sostenemos, como afirma el sacerdote de la Teología de la Liberación Franz Hinkemmelart, que el inescrupuloso  fundamentalismo de la religión de mercado…, se desborda en los remolinos sin morada de una  “ética y  complejidad impiadosamente arrinconada por la  Teología Neoliberal, TN, que  hizo visible  las amenazas globales que hoy penden sobre nosotros, y que se encuentran estrechamente vinculadas con el desarrollo y la aplicación de nuevas tecnologías, según un criterio de costo-beneficio totalizado. El fundamentalismo neoliberal de mercado no llamó a la cautela, sino al extremismo más radical. Eso explica el hecho de que después de que aparecieron estas amenazas globales, se haya intensificado, con los ojos abiertos, el proceso destructivo derivado de la aplicación indiscriminada del propio desarrollo tecnológico. El fundamentalismo neoliberal, se hace fundamentalismo de talibanes en la religión del mito del crecimiento infinito, y como pocos ese proceso es explicado y justificado por el Modelo Productivo Agrario.

A pesar de los mandatos irresistibles de la economía clásica y sus relaciones de producción, la crisis ambiental, como crisis epocal, narra sin eufemismos el estado de la anomia economicista. La obstinada negación del productivismo desbocado sobre su responsabilidad depredadora, en lugar de ocultar el problema, lo desborda, fatalmente, hacia estrategias quiméricas más eficientes, con las que aumenta  la explotación del trabajo y el extractivismo, histórica encerrona disolvente con destino de entropía.
   
-                             Ante la dolorosa situación que se planteó y que pone en tela de juicio, tanto discurso vacío de la idolatría economicista, afirmamos que:
-                              
-                              Nunca antes la especie humana ha corrido el riesgo de la extinción como ahora, tal como escribe GEO 2000, manifestando que de no mediar un cambio radical lo que  llega es el No Futuro;
-                              
-                             Nunca antes como ahora la concepción de conocimiento dominante, tan contaminante cuando se orienta a la producción de insumos químicos para elevar los rendimientos agrarios, ha producido con su instrumentación tecnológica productiva, tanto arrasamiento de la naturaleza y tanta despiadada exclusión social;
-                              
-                             Nunca antes como ahora la transgenización de la vida, ha desarrollado un modelo tecnológico productivo brutal, colocando en riesgo la salud, como hemos comprobado en estos tiempos, de los niños banderas en el norte santafecino y de los trabajadores esclavizados por multinacionales y productores locales en la región con epicentro en Ramallo, San Pedro y Baradero;
-                              
-                             Nunca antes como ahora el imperio del individualismo posesivo, trasegado en el consumismo, como ritual  de pertenencia a los tiempos del anhelo sin futuro, ha producido tanto desencanto y desolación,
-                              
-                             Nunca antes como ahora la necesidad de una bifurcación histórica se radicaliza como cambio cultural, la encrucijada de la crisis ambiental se abre hacia territorios inéditos, cuya exploración deberemos hacer a contracorriente del discurso único, abandonando el desierto al que fuimos arrojados por la razón pragmática, para que sus desterrados y silenciados recuperen la voz y resemanticen al mundo desde la sacralidad de la vida, tal como se da este rico e inédito proceso en América del Sur, con procesos políticos populares e intentos de regionalización para preservar los intereses de los pueblos, como son los procesos en construcción de Mercosur y Unasur,

 La angurria entrópica del Neobarbarismo Cultural del productivismo agrario, ha condenado al destierro a millones de Refugiados Ambientales en nombre del imperativo categórico que desconectó al hombre del ecosistema. Y luego,  a ese ser desterrado,  se le  redestierra en defensa de valores etnocentrados,  cuyo origen se confunden con la colonialidad del poder y la colonialidad del saber. Es lo que vemos diariamente en los partes de prensa como noticias consumidas con anestésicos. Y así aparecen desde sus lugares identitarios, como los santiagueños, en un sórdido e inmundo sitio de la región bonaerense, lugar dónde el precio de la tierra es incalculable, aunque el valor del salario del trabajador sea una ficcionalidad, pues no contiene la dimensión de trabajador, más allá de que se farfullen palabras blanquedas. Verdaderas mentiras sin fin, mentiras confusas y tristes, como triste y oscura es la colonialidad, mentiras de las organizaciones de los Patrones Rurales, un mundo de mentiras cotidianas que se “posan sobre nuestras espaldas”, pero que no nos producen otra cosa que repugnancia y fatiga.


El discurso apologético de los vientos del “campo”, sobre las venturas y beneficios  del conocimiento y del aparato tecnocientífico, quedan anonadados ante el lenguaje de la geografía del malestar económico y humano, escurriéndose sin remedio por las grietas de las escenas cotidianas rurales y urbanas. Esa cloaca a cielo abierto, registrada como estrategias para el progreso y el crecimiento económico, encuentra en ciertos ámbitos académicos, subyugados por la teología instrumental, y en la pertinaz colonización de todos los resortes sociales, puesta en marcha por los medios masivos de comunicación, en consonancia con la soabreeconomización de la vida subordinada a la apoteosis del consumo, el camino pavimentado para despojar de todo sentido ético a nuestra relación con la naturaleza.

E imponen la desmesura de sus reclamos sectoriales a través de acciones de violencia irreparables. Como cuando lanzan la caballería de tractores a cortar rutas y amedrentar conciencias. Cómo cuando en el 2008 llegaron hasta los límites de la privación de alimentos al conjunto de sociedad. Cómo cuando estos mismos sectores socioeconómicos inscriptos en la región, por ejemplo,  en el Departamento de Santa Cruz, Bolivia, defienden sus intereses sectarios llegando a las fronteras misma de la separación del país, también al son de la clarinada del batallón de tractores que enfrentaron al gobierno popular e indigenista boliviano. Cómo cuando, en los inicios del gobierno democrático del Presidente Lugo en Paraguay, ante incipientes medidas de distribución de tierra para campesinos y población originaria, los dueños de la tierra, también a tractorazo limpio cortaron rutas e intentaron debilitar el poder político. Ampliamos el foco de esta mirada sobre una región más amplia y, que casualmente, coinciden con lo que algunos proclaman cómo la existencia de un nuevo país en el sur del sur latinoamericano: La República Unida de la Soja.


El mandato epocal en el 3er. milenio se inaugura con la impostergable decisión de denunciar y oponerse a la racionalidad hegemónica, esa osadía del pensamiento y de la acción están en las ideas de John Berger cuando escribe “El acto de resistencia no significa solo negarse a aceptar el absurdo de la imagen del mundo que se nos ofrece, sino denunciarlo. Y cuando el infierno es denunciado desde adentro deja de ser infierno”. Y en la región se aprecian actos de resistencia y de denuncia del proyecto hegemónico por parte de varios de sus gobiernos y sectores populares.
 “El ambiente es la sombra de lo que somos” (tao). En estos tiempos de crisis ambiental todavía somos una pesadilla fáustica. Aquí nos ha colocado la Historia, en esta encrucijada. Debemos decidir si seguimos habitando los recintos de la pesadilla o no encaminamos hacia lo desconocido en cuyos territorios se puede producir la alianza de diversidades tolerantes. Es un “viaje” de otredades apasionadas con el objeto de deconstruir los conocimientos desangelados y relanzar la celebración por la humanidad.

Tal vez hemos insistido desmedidamente en la relación entre concentración del poder  Agronegocios-Poder Mediático Hegemónico. Pero asumimos esa aparente recurrencia sin conexión. Deseamos citar textualmente este reportaje. El célebre actor y activista social español Willy Toledo ha calificado al grupo mediático PRISA (propietario, entre otros medios, del diario El País, y la cadena SER)como “el grupo más peligroso que está operando en nuestro país”. Toledo participó el 5 de enero, en la presentación del nuevo libro del periodista Pascual Serrano, Traficantes de información. La historia oculta de los grupos de comunicación españoles.
Willy Toledo denunció  que “son peligrosos porque han engañado y siguen engañando a una gran masa de población [de izquierdas], igual que lo ha hecho el PSOE” y también criticó duramente el papel que jugó la Cadena SER en los recientes acontecimientos en ElAaiún. Luego, Toledo hizo un fino repaso al capítulo que Pascual Serrano dedica en su libro a PRISA, poniendo el acento en sus tramas financieras, en su influencia política y social tanto en España como en América Latina.
En su intervención, Willy Toledo también criticó el papel político que juegan los medios de los grandes grupos de comunicación, a los que acusó de ser los que “nos preparan para la invasión de Irak y de Afganistán, para grandes pandemias como diversas gripes, que terminan siendo negocios incalculables para laboratorios y mercachifles”

         Advertimos de este modo la importancia que tiene la información democrática para el desvelamiento de la realidad. En Argentina este ha sido un tema de relevancia, generador un rico proceso popular que concluyó con la sanción de la Ley de Medios Audiovisuales. Una ley ejemplar para el mundo y Latinoamérica. No es una ley de letras del abecedario, como  plantean voces de los medios dominantes, no es una ley A, B, C, K…. o Z. Es una ley para que las voces plurales puedan ser voces y seres. Es una ley que encuentra oposición en su aplicación, porque su aplicación implica el fin del ocultamiento, de la desinformación.  El fin de prender el oscurantismo de la discriminación para apagar la luz de la reflexión inteligente.

         También esto ha pasado en Bolivia. Cuando el presidente Evo Morales sancionó la ley Antidiscriminación,  para crear los mecanismos de la tolerancia y coexistencia fraternal de la diversidad cultural, y ponerle freno al desenfreno discriminador, xenófobo y antihumano, de medios que parecen anclados en el espíritu de las Bulas papales y en el sentido energúmeno del capitalismo desbocado. Parecido es lo que ha ocurrido y ocurre en Brasil, dónde los Medios de Comunicación Hegemónicos han sido despiadados y e intolerantes con Lula, y son irrespetuosos e insultantes con Dilma. Mentirosos e ideológicamente partidarios del Poder concentrado. Por eso  Argentina se convierte en un faro de luces buenas para todos. Para el debate sobre la palabra, para que la palabra vuelva a hablar de las cosas. “Para que termine el imperio del silencio, y para que se disperse sobre las frecuencias bajas, un alegre pentagrama de polícromos fragmentos sonoros, a la deriva, hacia la ancha franja de la sorpresa, hacia los territorios donde el ser pueda ser.”

         Para que podamos devolver a su sepultura en Inglaterra a Francis Bacon, para que no retornen al pensamiento científico, en aras del benefactor crecimiento económico Descartes, Newton, Kant y otros, constructores de una visión pesimista de la naturaleza corrompida instalada en occidente como un enorme peso del que no ha podido liberarse. La tragedia de la cultura occidental debe ser medida desde este parámetro, y mucho de los errores y horrores de lo que llamamos todavía desarrollo, son el lastre de su conciencia esquizofrénica” (Maya).  Esta mirada permea la naturaleza y las condiciones humanas de los Agaronegocios. Tengamos una agricultura impulsora de la Soberanía Alimentaria, que en un proceso de Diálogo de Saberes, pondrá en marcha la potencialidad de alimentar sin excepción a toda la sociedad, estableciendo un proceso de retroalimentación entre la productividad de la naturaleza y la creatividad de la diversidad cultural.

Recuperemos el mandato emancipador y reinstalemos en el territorio de lo nuevo a Simón Rodríguez, Bolívar, San Martín, Artigas, Martí, Mariátegui, Chico Mendes, el Saber Ambiental, la cosmovisión de los Pueblos Originales como el Vivir Bien Aymara, la Teología de la Liberación. Es la propuesta del Pensamiento Ambiental Latinoamericano para que los campesinos tengan la identidad de la tierra sin mal. Para que la palabra sea el pronunciamiento de la trama de la vida, donde todas las hebras sean iguales, para que no tengamos trabajadores esclavos ni niños bandera, decimos con la poética de Roberto Juarroz:                                                                                                                   

Desbautizar el mundo,
Sacrificar el nombre de las cosas
Para ganar su presencia.
El mundo es un llamado desnudo
Una voz y no un nombre,
Una voz con propio eco a cuestas.
Y la palabra del hombre
 es una parte de esa voz,
No una señal con el dedo,
ni un rótulo de archivo,
ni un perfil de diccionario,
ni una celda de identidad sonora,
ni el banderín indicativo
de la topografía del abismo.
El oficio de la palabra,
Más allá de la pequeña miseria
Y la pequeña ternura
De designar esto  o aquello
Es un acto de amor:
Crea presencia.
El oficio de la palabra
Es la posibilidad de que
El mundo diga al mundo,
La posibilidad de que
el mundo diga al hombre
La palabra:
Ese cuerpo hacia todo.
La palabra:
Esos ojos abiertos.
 Enviado por Carlos Galano el 17/01/2011

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